Ocho meses han transcurrido desde que el tiempo comenzó a tejer un nuevo relato en la vida de Camille. Vivir su «cuento de hadas» junto a Gabriel, mientras aguardan con anhelo la llegada de su bebé, parece un sueño encantado, pero bajo la superficie...
—Fui a hacer algo importante. —respondí y seguí caminando hacia la habitación de mi papá.
—¿Ella, qué pasó con Camille? ¿Pudiste hablar con ella? —preguntó Tom y seguí caminando sin responderle.
—¿Ella, qué pasó con Camille? —preguntó de nuevo.
—Tom, realmente no quiero hablar de eso.
—Ella...
—¡Tom, Camille me echó de su casa porque no quiere saber nada de mí! ¿Estás feliz? —exclamé muy molesta y seguí caminando, tratando de contener las lágrimas.
Entré a la habitación de mi papá y me senté a su lado, luego tomé su mano en la mía y comencé a llorar.
—Papá, todo es un desastre y no sé qué hacer ni cómo arreglarlo. Camille me odia y no puedo culparla porque fui una perra con ella y contigo también, perdóname papá. ¡Por favor vuelve! ¡Te extraño mucho! Te necesito, papi. —supliqué sollozando.
—Ojalá pudiera arreglar las cosas, ojalá Camille no me odiara, yo la extraño mucho y me duele lo que pasó hace un rato. Ella me echó de su casa, papá, me pidió que me vaya. —sollocé una vez más. —Necesito que despiertes, por favor.
Después de calmarme un poco, pude salir de la habitación. Fui a comprar un café a la cafetería y me senté en la sala de espera del hospital para beberlo.
