Ocho meses han transcurrido desde que el tiempo comenzó a tejer un nuevo relato en la vida de Camille. Vivir su «cuento de hadas» junto a Gabriel, mientras aguardan con anhelo la llegada de su bebé, parece un sueño encantado, pero bajo la superficie...
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Me senté en el sillón de la pequeña sala y traté de desahogarme hasta que alguien llamó a la puerta.
No tengo ni idea de quién es, sobretodo porque son casi las 10 de la noche. Me levanté y me lavé la cara lo mejor que pude, luego abrí la puerta, pero la persona que vi me sorprendió mucho.
—Louis
—Hola Camille, disculpa por venir sin llamar antes, solo quería saber si te gustaría desayunar conmigo mañana. En realidad me gustaría que también traigas a Miguel. —detalló con timidez, lo cual me parece adorable y después de lo que acabo de vivir, estoy muy feliz de saber que alguien se preocupa por nosotros.
—Me encantaría, gracias por la invitación. —respondí.
—¿De verdad? —preguntó sonriendo.
—Por supuesto que sí. Miguel y yo estaremos encantados de compartir el desayuno contigo, muchas gracias Louis.
—Gracias por aceptar, Camille. —replicó y me miró por dos segundos, tuve que evitar su mirada porque me siento muy nerviosa.
—Bueno, te dejaré descansar, nos vemos mañana, que pases una buena noche.
—Buenas noches, Louis.
Me quedé apoyada en la puerta, pensando en Louis y Gabriel, tal vez es hora de seguir adelante con mi vida, tal vez es hora de olvidarme de Gabriel. El sonido de la puerta me asustó y abrí de inmediato pensando que era Louis, pero no es así.
—¿Qué pasó, Louis? —pregunté abriendo la puerta y me congelé al encontrar sus ojos mirándome con una expresión indescifrable.
—Gabriel... —susurré mirándolo sorprendida, no tengo ni idea de lo que está haciendo aquí.
—Hola, disculpa la molestia, parece que estabas esperando a alguien más. —afirmó con los ojos llenos de rabia.
—Definitivamente no te esperaba a ti. —respondí con sarcasmo, porque estoy harta de que cada vez que intento continuar con mi vida, él aparece para llenarme de dudas.
