//10//

6.5K 667 287
                                        

–¿Oya?

–¿Oya oya?

–¿Oya oya oya?

La cadena más graciosa que he podido vivir acaba de formarse al ver entrar a Tsukki por la puerta del gimnasio, donde Akaashi, Bokuto, el gato ese y yo practicábamos. Bueno, en verdad yo solo intentaba tocar la pelota en algún momento, pero no es fácil jugar con el nivel que tienen esos tres.

–Hay... algo que me gustaría preguntaros– habla el rubio desde la entrada, mirando hacia sus manos– ¿Puedo?

–Claro– responden Kuroo y Bokuto a la vez.

–Sus equipos son algo fuertes, ¿no?

–¡Eh, son mucho más fuertes que «algo»!

Con un movimiento rápido le pego una patada al bloqueador para que se calle, pero solo me manda una mirada de odio mezclado con dolor.

–E incluso si llegáis a las nacionales sería muy difícil que alcanzaseis un puesto alto.

–¡Pero no es imposible!– le interrumpe esta vez Koutaro, al que también pego para que deje hablar al otro.

–¿Por qué apuntar a algo tan alto?– sigue el de gafas, ignorando todo lo que le dicen– El voleibol es solo un club.

Después de unos segundos pensando, Bokuto hace un gesto con la mano, como si hubiese adivinado el origen del universo.

–¿Disfrutas jugar?

–No particularmente.

–¿Y no será porque apestas?

Suelto un bufido por la risa. No me esperaba eso, y tengo que taparme la boca para no seguir riendo. Siento la mirada de todos encima mía, sobre todo una muy intensa de odio, molestia y todos los sentimientos negativos que te puedas imaginar directos hacia mi persona.

–Perdón, perdón...– me disculpo a duras penas, intentando que no se me escapen carcajadas que puedan molestar más a los presentes.

–Bueno, he ido a bastantes nacionales y soy mejor que tú.

–Eso lo sabía sin que me lo dijeras.

–Pero solo hasta hace poco que disfruto del deporte– explica el as, con un gesto de increíble concentración–. Y fue porque mi remate directo empezó a funcionar, ¡con solo ese golpe sentí como si mi hora hubiese llegado al fin.

De una expresión de increíble felicidad y emoción, la cara del chico se vuelve seria e intimidatoria. Una fuerte sensación de presión salía de su mirada, causando un escalofrío en mí.

Disimuladamente me pongo detrás de Akaashi, casi por reflejo, y me agarro un poco a su camiseta. Él me mira con curiosidad desde arriba, pero mis ojos seguían fijos en el rematador.

–No sé cómo será en tu caso, pero– se cruza de brazos, dejando de hablar por un breve momento– si llegas a experimentar ese momento, quedarás realmente enganchado del voleibol.

Tan rápido como su expresión quedó seria, vuelve a cambiar repentinamente a una sonrisa animada, invitando a Tsukki a bloquear para él.

–¿Desde cuándo Koutaro da tanto miedo?– susurro para el chico del que seguía sujeta, sin apartar la vista de los otros tres que ya empezaban a jugar.

–Bokuto-san es... algo intenso cuando se trata de voleibol, ¿no crees?– me responde con una nueva pregunta, girándose hacia a mí para pasar con un movimiento fluido su brazo sobre mis hombros– Creo que deberíamos ir a ayudarlos.

Difícil || Akaashi KeijiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora