𝙎𝙞𝙚𝙩𝙚

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Alondra.

Mi alarma me despertó con un sobresalto, como casi todas las mañanas. El único detalle diferente en mi habitación era el castaño que dormía del lado izquierdo de mi cama.

Era lunes nuevamente, y tenía responsabilidades que asumir. Si no me levantaba en diez minutos probablemente llegaría tarde a mi primera clase.

Salí de la cama únicamente con la remera de Valentín, yendo rápidamente al baño con una muda de ropa en las manos.

Me duché en tiempo récord y mientras esperaba que mi pelo se seque un poco, aún envuelto en la toalla, metí una cápsula de café en la máquina y esperé impaciente a que el líquido comenzara a caer dentro de la taza.

Preparé una para Valentín por si acaso, volviendo a mi habitación después de peinarme. Volví a ver el reloj; si no agarraba mi mochila y salía ya, iba a llegar tardisimo.

Dejé la taza en la mesa de luz, y me acerqué a su cuerpo para despertarlo sin mucha delicadeza.

-Valentin - dije por tercera vez. Estaba haciendo mi mejor esfuerzo por no gritarle, sabía lo insoportable que era ser despertado a los gritos. Pero tampoco tenía paciencia ni tiempo para lidiar con él y su sueño pesado.

-¿Qué? - respondió después de un minuto con clara irritación en la voz.

Era la tercera vez que compartíamos la cama, pero la primera que escuchaba su voz ronca de recién levantado. No quería admitir que me tomó por sorpresa ese cosquilleo en mi estómago, y las ganas de tirarme nuevamente en la cama a hacer fiaca al verlo tan cómodo.

-Nada... que me tengo que ir. ¿Vos no cursas hoy?

-¿Qué hora es?

-Casi las ocho. - contesté mirando mi reloj por cuarta vez en diez minutos.

-No, por lo general yo curso a la tarde, como la gente normal. - dijo abriendo un ojo y plasmando su sonrisa socarrona característica.

-Bueno, al pedo te hice un café entonces, dejalo ahí nomas. Me voy, mi puerta también cierra sola.

-¿Me hiciste un café?, ¿Me vas a pedir que sea tu novio también?

-¿Sos siempre así de boludo o es porque recién te levantas? No sé quién te hizo creer que sos irresistible; no lo sos, Oliva.

Carcajeó, rascándose un ojo con el dorso de la mano. Me di vuelta cuando asumí que no iba a responderme.

-Alondra, ¿no me vas a dar un besito?

Frené porque no sabía si hablaba en serio. Giré en el lugar para ver si me estaba tomando el pelo, y me sacudí la cabeza al ver que su gesto era sincero.

-¿Me pedís un besito?, ¿Me vas a pedir que sea tu novia también?

Volvió a reír como un nene, moviendo de arriba a abajo el arito de su ceja en un gesto nervioso. Levantó las manos, como si no tuviera nada más para decir y me dispuse a finalmente abandonar mi departamento.

-Alo - volvió a decir, e hice mi mejor esfuerzo por no revolearle con un adorno de mi repisa cuando fijé mis ojos en él nuevamente -Gracias, por lo de anoche y por el café. De verdad.

Asentí sin saber qué decirle, cerrando la puerta detrás mío y eligiendo bajar por las escaleras. No me venía mal un poco de ejercicio para que mi cuerpo empezara a reaccionar y era una distracción necesaria.

Bajé los escalones lo más rápido que pude, buscando mis auriculares en el bolsillo de mi campera antes de cruzar la calle para esperar el bondi.

altibajos ; wosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora