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"Porque estoy tan, tan harto, cuidando mi lengua, conteniéndome.
Estoy viviendo de la manera que quiero.
Porque estoy tan, tan harto. Peleando conmigo mismo, llendo por el infierno"

So done - A. Keys ft Khalid.

Llegué como siempre a la reunión de los martes para encontrarme con la sorpresa de que Tae no iría. Según Sonya, había avisado el día anterior que no se sentía muy bien.
Cosa que era una sorpresa para todos, menos para mí, me dolía tener que ver con eso.
De todas formas me quedé hasta el final.
Hyeon estaba menos receptiva que lo normal, casi no me dirigía la mirada y como era de esperar no habló cuando fue su turno.
Cuando me tocó hablar, toqué por encima el tema del viaje, pero no dije específicamente ni a donde fuí ni con quien. También hablé sobre mi nueva revelación, la casa, ese lugar que me oprimía y cada vez que lo exteriorizaba más convencido de eso estaba de lo que debía hacer.
Cuando la reunión terminó, Hyeon salió presurosa aunque su hermano aún no la había venido a buscar. Seguí tras sus pasos rápidamente, si algo le pasaba, yo era al menos la única persona a quien le podría contar de los que estábamos ahí.

-¡Hyeon espérame! - dije caminando tras ella sin levantar la voz, no quería presionarla.
Ella apuró el paso como si de esta forma pudiera perderme. Realmente era extraño.

Volví a pronunciar su nombre y ella se detuvo, pero no me miró, siguió con su rostro escondido tras su larga cabellera negra.
La tomé del brazo para voltearla y ella emitió un quejido de dolor.
No había apretando tan fuerte para hacerle daño. Solté de inmediato creyendo entender que era lo que había ocurrido.

- ¿Qué sucede? - pregunté intentando buscar su rostro.

Ella levantó apenas su rostro para mirarme con ojos derrotados, sacó de su bolsillo la caja de cigarros y luego de ofrecerme uno, el cual negué, encendió uno.

- Dime que no lo hiciste - dije tomándola por los hombros y frotando los mismos, no quería que luciera como que la estaba regañando, pero quería ser firme.

Ella asintió mientras daba una larga calada a su cigarro y miraba en varias direcciones buscando si alguien más estaba cerca nuestro y pudiera escucharnos.

Sin importarme el cigarrillo en su mano o la resistencia que puso al principio la abrace, la rodeé con mis brazos intentando que se calmara y que volviera a confiar en mi. Necesitaba saber cual había sido la razón.

- ¿Que sucedió?

Ella se agitó bajo mi agarre en un llanto que tenía contenido hacia mucho. No quería llorar delante de su hermano, lo preocuparía más y se sentiría peor. No quería hacerlo frente a gente que apenas conocía y con la cual no tenía la confianza suficiente.
Pero sí lo había hecho conmigo, porque, de alguna forma ambos sentíamos que estábamos igual de rotos, nos entendíamos, y el que ella pudiera desahogarse conmigo, de alguna manera me hacía feliz. Podía ayudar a alguien, podía de ser el hombro sobre el que alguien quisiera llorar.
Los asistentes a la reunión pasaban junto a nosotros apenas dirigiéndonos una mirada. Excepto, Sonya, que manteniéndose a una distancia prudente me sonrió mientras asentía, y sin más se alejó dejándonos solos en el patio del salón.

Cuando al fin ella se calmó un poco besé su coronilla.

- ¿Quieres contarme que sucedió?

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