~12~

31 3 6
                                    

Conocía a Jungkook desde que se cagaba los pañales.
Él era tres años más pequeño que yo, pero vivíamos en el mismo barrio, nuestras casas estaban enfrentadas.
En esa época todos los chicos de la cuadra nos juntábamos en la plaza a jugar a la pelota o simplemente a lanzar al aro. Todos nos conocíamos. Íbamos todos juntos a la misma escuela. Nos pasábamos a buscar unos a otros y hacíamos el recorrido juntos, éramos un grupo de 10, tal vez más. Los más grandes cuidábamos de los pequeños. La hermana de Jungkook tenía la misma edad que yo y estábamos en la misma clase.
Aunque prácticamente no hablábamos ya que ella era la chica popular de la clase, la que tenía las mejores notas y de la que todos los chicos estaban enamorados. Yo, sin embargo, era el rebelde, el que la mayoría de las veces era expulsado de la clase por tener algún pensamiento distinto al del profesor y refutarlo y el que se escapaba de las materias para fumar a escondidas. Pero siempre lograba buenas calificaciones al final, a pesar de mi conducta.
No recibía reprimendas de mis padres, ellos jamás estaban, trabajaban todo el día, la mayoría del tiempo estaban fuera de la ciudad y por esto siempre era compensado con lo que se me ocurriera pedir, jamás se les hubiera pasado por la cabeza castigarme las pocas horas que pasaban a la semana conmigo.
Cuando tenía 17 años mis padres debieron mudarse a Japón por trabajo. Su idea era llevarme con ellos, pero luego de gritar, llorar y golpear varias puertas indignado se convencieron que lo mejor para mi era continuar mis estudios aquí. Terminar la secundaria y cuando tuviera la mayoría de edad poder mudarme sólo a Seúl para estudiar en la escuela de artes.
La casa enorme compartida con la servidumbre que se encargaba de mantenerla a diario era muy aburrida. Así que no mucho tiempo después de que se fueran mis padres la mamá de Jungkook y Jihyu me ofreció irme a vivir con ellos. Tenían un cuarto de invitados que no era utilizado por nadie, así que lo acondicionaron y me fui con algunas cosas para allí. Mis padres me enviaban dinero semanalmente, dinero que yo utilizaba para ayudar a la mamá de Kook con algunos gastos de la casa, aunque ella siempre se negaba, trataba de pagar algunos servicios o comprar comida por mi cuenta.
A medida que Jungkook fue creciendo nos hicimos muy unidos, casi como hermanos. Jugábamos juntos al baloncesto y a pesar de que estábamos en distintos grados tratábamos de coincidir en nuestros tiempos libres. Teníamos el mismo grupo heterogéneo de amigos, nos juntábamos a pasar las tardes escuchando música e íbamos a fiestas juntos.
Al parecer, para todos, era demasiado obvio de que Jihyu estaba enamorada de mí, incluso, a su pesar, JK lo admitía, pero ella jamás demostraría o me diría algo. Apenas hablábamos y es que teníamos diferentes círculos de amistades.
En nuestra fiesta de graduación, organizada por nosotros mismos, en mi antigua casa, gracias a que mis padres le dieron  el fin de semana libre a sus empleados, todas estas tribus de la escuela secundaria se juntaron con un solo fin, beber y divertirse hasta olvidar quienes éramos.
Recuerdo claramente esa noche. Como comenzamos a beber directo de una botella de tequila y terminamos con lo que fuera que se nos cruzara que tuviera alcohol.
Todos estaban descontrolados, la música a todo volumen, gente lanzándose a la piscina, era una locura total, todos borrachos    , jugando juegos de beber y poker por prendas.
Luego de ganar otra partida de dardos, nuestro grupo se dispersó, y fui al baño a refrescarme. Mire mi reflejo borroso en el espejo y le sonreí. Estaba completamente ebrio, mis mejillas estaban rojas y mis ojos brillosos, pero aún estaba en pie. Mientras estaba con ambas manos apoyadas en el lavabo Jihyu entró al baño.

- ¿Se puede? - preguntó risueña.

- Si, ya estaba de salida - dije secándome el rostro e intentando colgar la toalla lanzándola sin éxito.

Mis reflejos eran malos y la toalla terminó en el suelo.
Ella rió escandalosamente y yo la seguí.
Jihyu era una chica hermosa de ojos enormes negros y una figura envidiable. Esa noche el vestido corto que llevaba le hacía justicia a sus curvas, entallado, resaltando sus caderas, su cintura pequeña y mostraba gran parte de sus muslos.
Agachado en el suelo, mientras recogía la toalla, mis ojos recorrieron sus largas piernas, enfundadas en unas medias negras, seguí por su cintura, hasta la hermosura de su escote donde sus redondos y, hasta ahora escondidos, grandes senos parecían querer salirse del vestido. Cuando llegue a su rostro, con la boca abierta, como descubriendo a alguien nuevo ante mí, ella separó sus labios provocativamente.
Tragé y sentí que tenía un nudo enorme en la garganta que no me permitía pasar nada.
Queriendo volver a mí, me sostuve del lavabo para ponerme de pie con la toalla en la mano.
Le mostré una sonrisa avergonzada. Ella cruzó sus brazos delante de su cuerpo haciendo que temiera que algo allí saliera despedido. Parecían pequeños bollos suaves de masa. Quería hundir mi dedo en ellos para ver si se sentían igual de tiernos.
Ella vió mi mirada perdida allí y con un dedo me tomó por el mentón elevando mi mirada a sus ojos.

PAPER HEARTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora