Jingle bells, jingle bells Jingle all the way Oh, what fun it is to ride In a one horse open sleigh
Hey, jingle bells, jingle bells Jingle all the way Oh, what fun it is to ride In a one horse open sleigh
Las melodías de la famosísima canción navideña no dejaba de sonar en el apartamento. Las puertas y ventanas se encontraban cerradas, ya que la nieve era muy fuerte. El invierno estaba llegando, arrasando con todo a su paso, por lo que quiere decir que también llegaba la época más especial y divertida del año. La navidad.
El lunes por la mañana te habías levantado lo más temprano posible y prácticamente no desayunaste nada, pues no podías soportar la emoción de todo lo que había que hacer. Dejaste a tu novio dormir un poco más en lo que ibas al ático para sacar las cajas que contenían todo lo necesario para decorar el lugar lo más navideño posible. Sonreíste de la emoción al ver que todas las decoraciones se habían protegido y dejaste las cajas en su lugar, pues el trabajo era en equipo.
Fuiste a despertar a tu novio con una sonrisa y le recordaste los planes que ambos tenían para el día de hoy, fue muy cómico ver cómo el pelinegro tampoco desayunó tanto por la misma emoción que sentiste.
Pasó las nueve de la mañana cuando ambos se encontraban con dos suéteres navideños y unos muy cómicos gorritos rojos. Después de mucho pensar, decidieron empezar por el árbol de navidad. El amigo de ambos, Brian May, les decidió obsequiar un árbol sintético muy grande y hermoso, por lo que era el objeto navideño que más cuidábamos.
—Esto está muy silencioso -Freddie comentó mientras comenzábamos a estirar las luces-. Pongamos algo de música.
Asentiste con la cabeza mientras mientras observabas al pelinegro levantarse y acercarse a una mesa donde se encontraban todos los vinilos que ambos tenían. Después de unos segundos de búsqueda, escuchaste un "¡Bingo!" para luego sacar un vinilo recopilatorio de villancicos navideños.
Y ahí estaban ambos minutos después, bailando y cantando las melodías más conocidas y adorables. Aunque de vez en cuando te quedabas en silencio, pues amas escuchar la voz de Freddie cuando se dedicaba a cantar cuando se encontraba concentrado.
Luego de las hermosas luces, decidieron pasar a los adornos. Habían demasiados adornos, de distintas formas y colores. Roger hace un tiempo les obsequio una colección de adornos en forma de auto muy adorable, esos fueron los primeros adornos que colocaron. Prosiguieron por unos peluches que traían unos gorritos muy adorables y finalmente terminaron con hermosas esferitas y lazos de colores.
Bajaron al suelo para sacar un bonito tren de colección que John les obsequió dos años atrás como celebración por la mudanza al departamento. Armaron todos los vagones y colocaron unas cuantas casitas sobre la blanca alfombra.
Finalmente faltaba el gran y más importante detalle.
La estrella.
Desenvolvieron la estrella de cristal del periódico con sumo cuidado. Una vez lista para colocarse, miraste a tu novio con una sonrisa y le entregaste la estrella al pelinegro.
—Una estrella para otra estrella. —Comentaste con una sonrisa, notando el sonrojo que le provocaste—.
—¿Estás segura, cielo?
Negaste con la cabeza y te alejaste para señalar el árbol. En el momento en el que Freddie tomó el banquito para subirse y colocar la estrella, sacaste una cámara polaroid para tomar una hermosa fotografía. Era Freddie donde justo colocó la estrella, su brillante sonrisa se podía notar junto con su mirada cargada de ilusión.
En cuanto escuchó el sonido de la cámara, el joven de cabellos negros bajó con una sonrisa para volver a colocarse a tu lado.
—No lo entiendo, tú amas colocar la estrella de Navidad.
Tú simplemente reíste con ternura para alzar la mirada y verlo a los ojos.
—Pero es que tú eres mi estrella de navidad.
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