Te encuentras en la sala de estar del apartamento que compartes con Freddie, teniendo una pequeña bolsita en tu regazo mientras sonreías de la emoción.
No pasó mucho tiempo cuando Freddie entró a la casa mientras saludaba a todos los diez gatitos que siempre iban a recibirlo. Por fin lograste ver cómo él se acercaba a ti, con una sonrisa de ilusión.
-¡Hola, preciosa!
-Hola, amor. Tengo algo para ti. -Dijiste de forma repentina mientras no dejabas de sonreír.
-Oh, ¿y de qué trata? -Preguntó curioso.
Tú sólo le entregaste la bolsita que tenías en tus manos anteriormente y diste varios pasos hacia atrás para ver su reacción.
Freddie simplemente sonrió emocionado para tomar la bolsita y abrirla. En el momento en el que vio el contenido, una sonrisa completa de emoción nació de sus labios y alzó la mirada para verte con ilusión.
-¡Los compraste! ¿Son para mi?
Tú asentiste con una sonrisa de ternura mientras lo mirabas.
-Es un regalito de mi para ti, amor.
Freddie sacó los dos perritos decorativos de la bolsita sin dejar de sonreír, los miraba con tanta ilusión que sentiste que tu corazón saldría de tu pecho.
-¡Rápido, rápido! Sácame una foto con ellos, por favor.
Tú asentiste para tomar tu cámara y colocártela cerca de tu ojo para poder enfocar. Sin embargo, Freddie te detuvo.
-No, no, espera. Quiero que sea aquí.
El pelinegro se sentó en las escaleras y subió ambos perritos a los lados de su cabeza, sin dejar de sonreír como si fuera un pequeño niño.
Tú te acercaste un poco para poder enfocar con la cámara nuevamente y sonreíste.
-¡Muy bien, ahora sonríe!
Cuando tomaste la fotografía y la pudiste observar, sentiste una sensación hermosa en tu pecho. La felicidad de tu novio era tan inmensa que se podía observar en la fotografía. Eso no tenía precio alguno.
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