XVI

124 22 6
                                    

Miraba su celular aburrido viendo la barra de señal totalmente vacía y como la batería se agotaba cada vez más rápido, con toda la emoción que había sentido al momento de enterarse que el mundo era más mágico de lo que había creído no había recordado preguntar acerca de que si tenía aparatos electrónicos o electricidad si quiera, por lo tanto había traído su celular y cargador en vano pues el celular tenía media carga y apenas le daría hasta llegar al castillo. Tomó fuertemente la pequeña maleta que sus padres habían llenado con comida para una semana, él insistió muchas veces que no sería necesario tanta comida pero simplemente fue ignorado. Miraba entre las cabinas pero todas estaban demasiado llenas como para entrar, se distrajo unos segundos cuando vio unas chispas a su derecha, volteo para investigar viendo como unos chicos de su edad jugaban con el capullo de una flor que se abría lanzando pequeñas chispas. Sin ver al frente fue sólo cuestión de tiempo antes de que su cuerpo chocara contra algo haciéndolo tambalear hacia atrás. 

Escucho unas quejas y miró nervioso como había tumbado también a otro estudiante que gruñia, se levantó ofreciéndole su mano rápidamente al chico rubio frente a él que mantenía la cara baja. 

— ¡Lo siento tanto! No me fije al caminar, déjame te ayudo —el chico alzó su rostro por fin mostrando unos ojos felinos fuertes que lo miraban de una forma no tan amable. 

El chico rubio bufo y se levantó por su cuenta, era de su estatura su cabello rubio era un poco largo aunque no exageradamente y tenía una contextura delgada, noto enseguida su ropa se veía de alta clase con pantalones de vestir verde opaco y una camisa de botones blanca, cuando estuvieron ambos de pie El rubio lo miró de arriba a abajo escaneandolo con tanta intensidad como merecían sus ojos afilados. El chico soltó una sonrisa sarcástica mientras él recuperaba su maleta. 

—No pareces de aquí ¿del mundo no mágico? 

— ¡Si! ¿Cómo lo supiste? 

—Tu ropa extraña y fuera de lugar me dieron una pista. 

Hizo una mueca sin saber cómo procesar las palabras del chico, pues su mirada era hostil al igual que su voz. 

—Yo soy Soobin —estiró su mano ganando una mirada sorprendida del otro—. Soy de primer año así que no conozco a nadie, espero que nos llevemos bien. 

—Paso —hizo una mueca ignorando la mano extendida, él la recogió avergonzado mirándola a ver si tenía alguna suciedad aunque no encontró nada—. No es necesario que nos llevemos bien, todo tu grita Hufflepuff así que no nos veremos más. 

— ¿Hufflepuff? Eso suena grandioso. 

—Oh no lo es amigo no lo es, una casa mediocre llena de puros mestizos que todos terminan siendo una gran decepción. Aunque claro creo que estará bien para ti —noto de inmediato el tono de desprecio mientras soltaba una risilla divertida. 

—No creo que por ser mestizos eres un mediocre. 

—Las pruebas dicen lo contrario —rodó los ojos. 

— ¿Tú en qué casa estarías? —intento ser amable a pesar de todo, no quería pelear con alguien en su primer día. 

—En la mejor. 

—La casa de las serpientes —contestó una tercera voz. 

Ambos voltearon mirando hacia un chico de cabello castaño y ondulado, tenía puesto ropa más sencilla y casi parecida a la suya y al contrario del chico rubio este cargaba una mirada menos pesada y felina, en cambio sus ojos eran redondos dándole un aspecto más amigable. Llegó a su lado mirando al rubio con resentimiento. 

—Si no quedas allí será una suerte, todos allí son una manada de personas venenosas y rastrera. 

—Y hogar de los magos más importantes de la historia —puntualizó el rubio sin sentirse ofendido por las palabras del castaño—. ¿Cuántos magos importantes tiene tu casa? 

Obliviate [Yeonbin] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora