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Una cabalgata por el bosque no hace daño, pensó Kayn mientras preparaba a su corcel, pero mientras esté acariciaba el lomo del animal y colocaba su montura, desde lo lejos vio a aquel joven.

Aphelios llevaba un libro mientras caminaba por el palacio Real, se veía en paz cuando leía, pasando página y sonriendo cada vez más.. Y mientras tanto el joven Shieda, no podía dejarlo de ver.

Pero entonces.. Esa sonrisa que llevaba el joven de cabello azabache se esfumó hasta que paso la siguiente página donde sostuvo una expresión de tristeza.

Kayn tomó al caballo con una cuerda y decidió ver lo que sucede con su querido "cuñado" por su expresión triste.

- Hey Phel.. - se posó delante de él para intentar llamar su atención mientras tenía la cuerda del caballo entre sus manos.

- Hola... - Phel dirigió una mirada de indiferencia al chico solo para después cerrar el libro y levantarse. - si me disculpas, tengo algo con que tratar, así que hablaremos después.

Desde hace un tiempo, Kayn se dio cuenta que Aphelios lo estaba evitando cada hora del día, incluso a la hora de la siesta, donde siempre salían a dar un paseo nocturno bajo la media luna y en las noches de estrellas.

- ¡Espera! - dijo Kayn sosteniendo El brazo de Aphelios haciendo que este lo mirara. - ¿sucede algo, Phel?

Aphelios soltó un sonido de sorpresa y miro a otra parte solo para suspirar. - Nada.. No paso nada..

Kayn conocía a Aphelios después de todos estos meses y sabía que ese "nada" lo era todo, entonces; sin avisar, tomó a Aphelios de la cintura y lo subió al caballo.

- ¿¡Ahora que haces?! - dijo Aphelios impresionado por la velocidad con la que lo cargo.

- Vamos a un lugar.. - Kayn subió al caballo y miró a su espalda en donde estaba ese chico que quería tanto.

Aphelios Suspiro con una risa y levantó una ceja algo fastidiado. - Claro, Shieda Kayn; hace lo que se le antoje porque es el...

- ¡Hya! - el caballo empezó muy rápidamente, haciendo que Aphelios se asustara y abrazara la espalda de Kayn.

- ¡Ten cuidado, t-tonto! - Exclamó el chico quien estaba nervioso por aquella insolencia mientras que Kayn sólo le sonreía.

Los chicos ya habían partido del palacio, pero ninguno de los dos noto que algo se había quedado atrás.

El libro de Phel, se cayó en el momento que Kayn lo subió al corcel y alguien se percató de la ausencia del dueño.

- Vaya vaya..  - El misterioso hombre, que estaba con una capa y sosteniendo el libro con una mano, rozaba sus dedos con la otra. - Este paseo se volvió, interesante..

- ¿Ya llegamos? - preguntó Aphelios algo agitado por el viaje hasta que el caballo paro.

- Si pequeño Phel. - contestó Kayn y bajó del corcel sólo para darle la mano al mareado chico.

Aphelios vio la mano y se negó. - No no, estoy bien, no quiero ayuda. - cuando intento bajar estuvo a punto de caer de cara pues el caballo se movió un poco brusco.

De no ser por los brazos de Kayn, se pudo raspar las manos y la cara. - ¿Estas bien? - dijo Kayn para mirarlo al rostro y acariciar su cabello.

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