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POV. Harry

En estas veinticuatro horas había comenzado a tener algunas cosas en claro: La primera era que a Louis no le gustaba dar explicaciones de más, y que le molestaba el ser cuestionado; la segunda, que los dioses parecían dar respuestas que para ellos eran obvias, esperando que las demás personas —los mortales, en realidad— las entendiéramos con simpleza cuando claramente no era así.

Aún seguía procesando la información que me había dado Louis horas antes, diciéndome que todos esos mitos griegos eran verdaderos y del como el era un dios, más específicamente, un hijo de Poseidón. Y ahora me encontraba frente a otra hija del mismo dios, quien me aseguraba que estaba en el monte Olimpo aunque yo no tuviera la menor idea de qué lugar era ese.

Ambos me miraban esperando por mi reacción lo cual me hizo creer que llevaba demasiado tiempo callado frente a ellos, pero aunque me hubiera gustado poder responder algo los azules ojos de Lottie me seguía intimidando, creía que en cualquier momento llamaría a una gran ola para ahogarme.

—No entiendo —respondí a dirección de Louis.

Lo observe mirar al cielo, probablemente buscando la manera de explicarme todo sin que terminara volviéndome loco, cosa que dudaba posible.

—Aquí es donde los dioses vivimos —me dijo Lottie.

Asentí no muy convencido.

—¿Y por qué les sorprende que este aquí?

Esta vez fue Lottie quien miro a Louis, mientras él continuaba viéndome fijamente, con esa mirada seria y sin emociones a la que ya me había acostumbrado desde el día que lo vi en el parque. El día que empezó todo.

Seguía pensando en lo mucho que había cambiado mi vida desde aquel encuentro, con mi exnovia convirtiéndose en un gran monstruo de ojos sangrientos y un hibrido de toro y humano en la sala de mi casa atacándome, estaba seguro de que habría muerto ahí mismo si Louis no hubiera llegado a salvarme en ambas ocasiones. Pero ahora también me preguntaba si hubiera pasado por todo eso de no haber conocido a Louis.

—Solo dioses o héroes pueden entrar —finalmente respondió Louis.

—¿Soy un héroe?

Probablemente Lottie noto la preocupación en mi voz porque se apresuró a responder.

—No. Para eso tendrías que ser un semidios —explicó—, y claramente no lo eres.

Asentí sin entender porque la última aclaración me había ofendido. Claramente no quería ser un semidios, ni siquiera tenía idea de lo que significaba, pero el que fuera tan obvio que no lo era no podía significar algo positivo en mi aspecto.

Estuve a punto de preguntar cuanto tiempo llevaba en aquel lugar cuando un fuerte dolor en mi abdomen me distrajo provocando que me doblara, pero antes de caer Louis me tomo y me dejo recargarme en su cuerpo.

—Necesitamos ir con las gemelas —mandó Louis.

Lottie asintió antes de dar la media vuelta y salir del gran salón.

Y una vez más ellos entendían de lo que hablaban, pero yo no. Me hubiera quejado con Louis o preguntado qué era lo que pasaba, pero el dolor en mi abdomen aumentaba cada vez más. Llevé mis manos hasta el lugar donde me dolía, pero no sentí ninguna herida, por lo que supuse que el dolor era muscular.

A los minutos —si es que existían en el lugar donde ahora me encontraba— entraron dos chicas no mayores a diecisiete años, eran exactamente iguales y bromeaban entre ellas. También entro la misma chica de ojos grises que me había cuidado tiempo atrás en el hospital, si mi memoria no me fallaba, su nombre era Bebe.

Άλυμπος (Olimpo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora