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Al día siguiente despertó con el cuerpo demasiado adolorido debido a la caída del día anterior. En el momento no había sentido más que un pequeño golpe, pero ahora la caída le estaba cobrando factura, haciendo que con cada movimiento se quejara.

Decidió tomar una ducha caliente esperando que el agua le pudiera calmar un poco de dolor, y aunque eso sucedió, en cuanto salió al aire frio el dolor volvió a él. Le hubiera pedido una pastilla a su madre, pero no le había querido contar sobre el accidente ya que no la quería preocupar. También había optado por omitir su reciente rompimiento, no quería recibir sermones de porque eso era una pésima idea.

Salió de su casa veinte minutos antes de que empezara la escuela, teniendo el tiempo justo para tomar el autobús. Subió a este y recargo su cabeza en la venta, estaba muy cansado. Su cuerpo no paraba de doler. Pensó que tendría que ir a la enfermería de la escuela en su tiempo libre.

El camino transcurrió tranquilo, con el bus haciendo unas cuantas paradas, llegando finalmente a su escuela donde su castaño amigo ya lo esperaba.

—¿Y bien? ¿Lo hiciste? —pregunto emocionado.

El solo asintió sin ganas de dar más explicaciones. Niall lo abrazo emocionado y le comenzó a decir muchas razones de porque esa había sido su mejor decisión en un buen tiempo, mientras el solo daba pequeños asentimientos mientras reía por las ocurrencias de su amigo.

Las clases comenzaron con matemáticas, con el señor Mongomery dándoles nuevas fórmulas que probablemente olvidaría para el final de la tarde. Después había llegado la clase de español y ahora estaban en su pequeño descanso, antes de su adorada clase de historia.

Escucho al castaño hacerle un pequeño resumen sobre el libro que les había pedido leer el señor Slon, y que obviamente, no había leído. También había notado a la rubia dando varias vueltas por la fuente donde siempre se sentaba con su amigo.

Desde el día anterior no había sabido nada de Camille, pero estaba seguro de que se había encargado de que toda la escuela supiera que estaba soltera, y, sobre todo, de que todas las chicas de esta lo odiaran. Aunque no era cosa que le preocupara en realidad.

Cuando su amigo finalmente calló, pensó que era una buena idea contarle su casi muerte, y sobre aquel misterioso hombre que le había salvado la vida. El castaño escucho todo impresionado, y para su sorpresa, sin interrumpirlo.

—Pero lo digo enserio, jamás había visto unos ojos así de azules.

—Los míos son azules —respondió abriendo demasiado sus ojos y acercándose a Harry.

—Y son muy lindos, pero lo suyos eran distintos, como... como el mar.

—Bueno, los míos son como el cielo.

Harry rio por la insistencia de su amigo. Continuaron comiendo en silencio, haciendo que el rizado lo disfrutara demasiado. Amaba a su amigo, pero este podía ser demasiado hablador, cosa que lo llegaba a estresar, aunque jamás se lo diría.

Durante la clase de historia, el profesor les hablo sobre Cronos y Zeus. Según este mito, Urano, padre de Cronos, al verse derrotado por él, le dio la profecía de que sufriría el mismo destino. Cronos en su miedo de ser derrotado, devoro a todos sus hijos. Pero cuando Rea, su esposa, se vio harta de esta situación, con ayudo de su madre Gea, oculto a Zeus del Titan.

Y hasta ahí. Después de eso se fueron añadiendo más nombres que lo revolvían en la historia, sobre todo cuando se mencionó a una cabra cuidando de un niño, o que los dioses salieran vivos de Cronos sin problemas. Y a pesar de que hubiera escuchado esa misma historia días antes, pero de parte de su amigo, le fue imposible recordarla.

Άλυμπος (Olimpo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora