Capítulo I

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"Querido futuro esposo:

Realmente no tengo la menor idea del porqué hago esto. Desconozco mis motivos, pero al hacerlo me divierte; algo nuevo.

No sé porqué, pero he soñado de que tienes unos ojos encantadores y sin haberte visto antes. Imaginación mía, simplemente, creería o cosa del destino que justamente tuvieras de verdad unos ojos encantadores.

Realmente no tengo la menor idea de adónde llegará esta carta, pero espero que a quien creería que es el correcto. Oye, si eres mujer, quema esto de inmediato y olvídalo. Si no lo eres, ¡perfecto!

Espero una contestación tuya querido futuro esposo.

Fecha; 13/03."

Y sin notarlo antes, ya tenía a sus amigos a su espalda leyendo el contenido del papel, bien atentos.

-Esa carta fue escrita hace más de dos meses- notó Rock, el recluso número 69.

-Demasiado. Oye, ¿por qué no nos dijiste que tenías una enamorada?- cruzándose de brazos, Uno lo observó atento a que respondiera.

-¡Aaah! ¡Esto es emocionante! ¿Acaso los japoneses enamorados se escriben cartas?- exclamó entusiasta Nico, colocado sus manos en sus propias mejillas.

Jyugo, el receptor, frunció el semblante para volver a ver la carta.

-No tengo la menor idea.

A su comentario los demás cayeron. Y sí, él desconocía mucho de las costumbres japonesas, y más de las que estaban relacionadas con amor.

La volvió a releer, más despacio e intentando asimilar las cosas. De todos modos, no tenía reacción alguna ante ello. Los otros tres, obvio que si.

-Un momento, si dijeron que no especifica y es verdad, ¡quizás sea para mí!- exclamó el recluso número 11, arrebatándole la carta al de cabellos mayormente negros, confundiéndolo un poco.

-¿Y qué tal si no? Debe ser para mí- quitándosela al de trenza que sonreía bobamente leyendo, habló Rock mientras recibía quejas de él.

-¡Quizás para mí! ¡Yo tengo unos ojos encantadores!- la agarró Nico, cayendo de desprevenido.

-¡Oye!- gritaron los dos más altos.

-¡Yo tengo unos ojos encantadores! ¡Y todas las chicas me lo dijeron!

-¡Yo no necesitó que me lo digan! ¡Así que dámelo, Nico!

Ellos se correteaban alrededor de Jyugo, que seguía algo perplejo sentado en el suelo, tomándose de sus pies y viendo a la nada.

-Un momento.

Frenándose en seco, el más bajo ocasionó que los otros dos se chocaran con él y le cayeran encima. Cuando se arreglaron y tomaron asiento, junto a quien quedaba fuera, formando un círculo. Prosiguió.

-¿Entienden que los guardias piensan que los ojos de Jyugo son encantadores?

Número 11 y 69 voltearon lentamente al nombrado.

-Oye, Jyugo, ¿no pensabas ser bisexual?

A lo que dijo Uno, finalmente hizo que el muchacho reaccionara. Comenzó a fruncir su semblante y a apretar sus puños.

-¡Ya olvida eso, idiota! ¡Ahora tengo una futura esposa, así que ni lo pienses!- gritó, agarrando la carta que había quedado en medio de ellos.

La volvió a ojear, sin creer que por casualidades del destino le llegara a él. Hasta tenía la pregunta de cómo pudo llegar a un lugar como ese. Y también, ¿quién sería esa chica que se tomó las molestias de escribir aquella carta, sin saber de su destino?

-Chicos, aquí traje lo que pidieron.

Voltearon en dirección a la puerta, notando como Seitarou volvía con sus encargos.

-¡Gracias!- gritaron saltando directo al guardia para cambiar su punto de atención completamente.

-No es nada- sonrió el de cabellera celeste, girando a ver al recluso que se quedó sentado -. ¿Todo bien, número 15?

-¿Eh?- levantó un poco la cabeza -Sí... Todo bien...- y siguió con lo suyo.

Escuchó como la puerta volvía a cerrarse, ocasionando que observara a sus compañeros ignorándolo por completo. Suspiró aburrido, doblando el papel y guardándolo de nuevo en el sobre que en buen estado no se hallaba.

Se movió hasta apoyar su espalda en una pared, reacomodándose para descansar hasta que los demás le volvieran a hablar. Quería fugarse a dar una vuelta por ahí, para pensar si contestarle o no. Y si lo hacía, lo que escribiría. Pero conociéndose, en esos momentos lo capturarían al instante.

Decidió dormirse un rato, dándose cuenta que la carta, no fue producto de ningún tipo de sueño.

Decidió dormirse un rato, dándose cuenta que la carta, no fue producto de ningún tipo de sueño

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QUERIDO FUTURO ESPOSO |Jyugo/Número 15 y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora