Cuando su madre supo que se trataba de algo seguro y que Seitarou Tanabata la llevaría de vuelta, sana y salva, le permitió ir sola. Ahora se encontraba en una habitación dividida por un vidrio resistente, con una pequeña apertura y media pared por debajo. Frente a ella, había una silla solitaria.
Era lo que pensó: un recluso.
Por lo que le contó el guardia, en el largo trayecto de unas horas, aquella era la prisión en la que llevaban a las personas que se habían escapado de varias anteriormente y/o con malos registros. Ahora no podía dejar de imaginarse a un Jyugo grandulón, grosero, maleducado y agresivo. ¿En qué se había metido? Y por lo que le comentó, el chico era escapista de toda la vida.
Intentó calmarse. Si Seitarou lo hacía, debía ser por algo. Sí, también descubrió que las últimas cartas se las había escrito con él para darle una sorpresa al muchacho de su edad.
Apoyó su cabeza en la mesada, sacando su celular de la mochila que llevaba consigo, notando que eran casi las dos de la tarde.
Oyó como la puerta se abría de a par, sobresaltándola. Se sentó de debida manera, notando como tres muchachos se abalanzaban sobre el vidrio a verla.
—¡Tiempo en que no veía a una mujer!— exclamó un chico de trenza.
—¡Es muy bonita~!— dijo otro de cabellos verdes.
—¡Parece la lotería completa!— comentó el último de gran altura.
_____ sonrió nerviosa y extrañada. No entendía. ¿Cuál era el método de control que dijo Seitarou que tenía sobre ellos? Pero lo más importante, ¿cuál de ellos era Jyugo?
—¡S-señor Yamato! ¡Ayúdeme a llevarlos a su celda antes de que llegue el señor Hajime!— notó a Seitarou detrás de ellos, como si estuviese a punto de lloriquear.
—¡Seitarou tienes suerte de que me perdiera por estos lados! ¡Ja, ja, ja!— rio estruendosamente un hombre alto, tomando a los tres reclusos como si no pesaran nada y llevándolos consigo.
No entendía en lo más mínimo. ¿Acaso estaría segura con Seitarou después de lo que vio? Tras ver como el guardia llamado Yamato salió con los muchachos quejándose, pudo ver a quien la llevó allí y a un chico menudo que estaba sorprendido y se había puesto tímido.
—Pasa, número 15— lo empujó un poco al interior de esa habitación, cerrando la puerta detrás de él.
Entonces él debía ser. Y vaya, tenía razón en la primera carta que escribió: tenía unos ojos encantadores. Sentía que su corazón latía cada vez con más fuerza, teniéndolo finalmente frente a frente. Y, por lo que veía, debía comenzar ella.
—¿Jyugo?
Notó como, a los segundos, el chico fue asintiendo lentamente y empezando a acercarse para sentarse.
—Hola— lo saludó con una sonrisa, algo nerviosa. Era incómodo y más si no hablaba. No podía ser mudo, ¿o si?
—Ho-hola, ______...— dijo finalmente.
—¿Te... sorprende que esté aquí?— siguió para lograr sacar un tema de conversación. Seitarou le dijo que tenía una hora y qué haría lo posible para que se extendiera ese tiempo.
—Sí...— asintió —Yo... No debiste venir...— desvió la mirada, decaído.
—¿Por qué?
—Te dije que te decepcionarías de mí...
Y quedaron en silencio, nuevamente. _____ quería decir que no. Después de todo, estaba en una prisión desde el momento de su nacimiento. Aunque, sí, por naturaleza se llega a tener cierto rechazo a esas personas que están tras las rejas. Pero eso no sentía a él, solo algo de pena, ya que en un inicio, estar en un lugar así, no fue por culpa suya.
—Bien, ¿recuerdas que te dije que te diría lo que te hacía interesante?
A lo que dijo la muchacha, ocasionó que el de heterocromía volviera a verla, esta vez con algo de curiosidad. ¿Seguía con eso a pesar de la situación?
No dijo nada, aguardando a lo que fuera que iba a decir.
—Pues... admito que te noté algo comprensible. ¿O fallo?— el chico apenas asintió, aún con la duda —También... ahora te veo callado, así que indica que podrías escuchar cualquier tontería que diga— con el tono serio en el que lo dijo, logró una ligera modificación en su semblante. Admitía, las palabras comenzaba a faltarle —, a parte de que debes de tener mucho para contar. Pero, siento que eres de las personas que siempre están ahí para tí. Y eso es más que increíble— ella sonrió.
Notó como el chico desviaba nuevamente la mirada, esta vez, ligeramente avergonzado, intentando ocultar su rubor.
—Entonces... querido futuro esposo, ¿seguirás diciendo cosas tontas como que no eres interesante?
Número 15 volvió a ella, pero antes de que diera una verídica respuesta, fue interrumpido.
—No, por favor, no digas que si— habló con gracia, percatándose de antemano que eso haría.
—Bien, tú ganas— rendido, la observó con detenimiento y con pistas de que en cualquier momento podría sonreír completamente.
—Nunca pensé que ganaría la primera discusión como... ¿Qué somos?— preguntó confusa, ya que ni ella misma lo sabía.
—Yo... Eh... Pensaba en...
—¿Novios?
La miró incrédulo, para luego asentir bajando un poco la cabeza.
—Pues, me parece bien— con un pequeño sonrojo sobre sus pómulos, posó una mano sobre sus labios para así enviarle un beso volador.
Pero, ante ello, Jyugo cayó de la silla, provocando que _____ se levantara de golpe a pegarse al vidrio a ver cómo se hallaba. Se fue levantando con cuidado, tapando parte de su rostro, mientras repetía una y otra vez que estaba bien. Y tras verificarlo, la chica terminó dejando escapar una risa ante la situación. Los nervios no los podía seguir escondiendo. Y él tampoco.
Una anormal forma de comenzar una relación.
•Fin•
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QUERIDO FUTURO ESPOSO |Jyugo/Número 15 y tú|
Aléatoire"Querido futuro esposo..." Así empezaban las cartas de ella. "Querida futura esposa..." Y de esa manera él le respondía. Dos completos desconocidos que se iban atrayendo. ¿Pero se escribía con un recluso? ¿Cómo llegó una carta hasta allí? [...] -Esa...