Miró como Uno, con el taco, golpeaba una de las bolas con la blanca, teniendo la suerte de que ingresara en una tronera. Luego seguía el turno de Rock, mientras que Nico seguía diciendo que había sido increíble y quería intentarlo. Ese día, no habían tenido la suerte de pasar su tiempo libre con otros reclusos, sólo ellos.
Y finalmente desvió la mirada para recostarse mejor en el sofá. No tenía ánimos para ir con ellos; seguía esperando una respuesta. ¿Acaso la cansó por lo que escribió? Ahora, por lo que pensaba, se sumó un segundo talento: cansar a las personas, o al menos a _____.
Giró su cabeza en dirección a donde estaba Hajime y Seitarou, que jugaban a los dardos y éste último iba perdiendo. Hasta ese momento, había decidido actuar paciente hasta que el apellidado Tanabata le dijera que ya llegó correspondencia para él. Prefería pensar que sí, y que aún no fue a revisar, en vez de tener la idea de que no le contesto.
Se puso de pie de inmediato, parándose a espalda de Seitarou a la vez en que se cruzaba de brazos y mostraba un semblante molesto.
—Oye— habló al momento en que era su turno de lanzar. Se sobresaltó y dejó caer el dardo al suelo, con la suerte de que no se clavara en ningún pie.
—¿Q-qué pasa, número 15?— preguntó retomando el aliento, luego de que arruinaran su concentración.
—¿Llegó algo por parte de _____?— fue directo.
—Eh... No— lo pensó un poco y respondió.
—¿En serio?— arqueó una ceja, aún con el mismo semblante.
—S-sí, no te mentiría al respecto de esto, número 15...
—Ya terminó su tiempo libre. A su celda, ahora— habló con autoridad Hajime, tras revisar la hora en su reloj de muñeca.
—¡¿Qué?! Unos minutos más, ¿si, Hajime?— los otros reclusos intentaron convencer al supervisor. Pero no tuvieron más remedio luego de que todos recibieran un golpe.
—¡¿Y yo por qué?! ¡No me he quejado!— protestó Jyugo, posando una mano en su cabeza mientras que lo veía enfadado.
—Porque tengo que ser igualitario con todos ustedes. No puedo dejar a uno sin golpear— se explicó el mayor, comenzando a guiarlos a la celda trece.
Seitarou se sentó en el sofá de la sala de guardias del ala trece, suspirando cansado. Aún no se cumplía un día y ya sentía que transcurrió una semana. Levantó la mirada a la puerta, esperanzado de que ninguno de los reclusos se hubiera escapado a buscar la carta, o mejor dicho, el número 15.
De su bolsillo quitó el papel doblado enviado por _____, releyéndolo para volver a guardarlo y comenzar a escribir en otro. Se le acababa de ocurrir una idea que de seguro alegraría demasiado al de ojos heterocromáticos.
"Querida futura esposa:
Me alegra saber que te encuentras bien, me es un gran alivio saberlo.
Y, tengo una idea. Enviaré un amigo mío llamado Seitarou Tanabata para buscarte, y te traerá para que nos conozcamos, ya que tengo un pequeño problema en salir de aquí. Sólo dime si gustas para que nos podamos organizar. Si te permiten, claro, no quiero que te metas en problemas.
Espero tu contestación.
Fecha; 10/09"
Leyó lo que acaba de hacer y sonrió. Estaba perfecto para ya enviarla. Sólo tendría que mantener el secreto lo mejor posible. Tenía todo organizado en su cabeza, y debía esperar a que se tratara de una respuesta afirmativa y quizás saldría tal y como lo pensaba.
Era el más ansioso en que ellos dos se conocieran, aunque ninguno de los adolescentes sabía al respecto de aquello todavía.
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QUERIDO FUTURO ESPOSO |Jyugo/Número 15 y tú|
Ngẫu nhiên"Querido futuro esposo..." Así empezaban las cartas de ella. "Querida futura esposa..." Y de esa manera él le respondía. Dos completos desconocidos que se iban atrayendo. ¿Pero se escribía con un recluso? ¿Cómo llegó una carta hasta allí? [...] -Esa...