Capítulo VIII

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—¡Vamos! ¡Ataca!

Exclamó una de sus compañeras de equipo, haciendo que saltara y golpeara la pelota de voleibol para lograr el desempate, ganando ese amistoso con otros compañeros.

Respiraba agitada, chocando sus manos con los de su equipo y el contrario, felicitándolos por el buen partido que habían brindado. Pero ya estaba cansada; llevaban horas entrenando. Ya casi sentía que su cuerpo no le respondería.

Lo peor de todo, debía esperar a que llegara su madre a buscarla para ir a casa. Ansiaba darse una ducha relajante y acostarse de inmediato.

 —Para la próxima diré que estoy en mis días para no jugar tanto— habló su amiga, sentándose en el suelo, seguida de _____ para estirar.

—Creo que haré lo mismo— sonrió cansada la muchacha.

—Si lo decimos las dos, no nos creerán.

—Leí por ahí que cuanto más tiempo pases con una amiga o familiar, se les sincronizan los periodos. Pero es mentira...

—Pero es probable que lo crean— mencionó como si acabara de ocurrirsele un gran plan —. Si no saben ese dato mentiroso, tú se los cuentas.

—Claro, yo me encargaré Amaya, después de todo a la que castigarán probablemente sea a mi cuando sepan la verdad— y volvió a reír, contagiando a la nombrada.

Terminaron de estirar, aún sin sentirse relajadas. Mientras que _____ se quitaba las rodilleras y las guardaba, intentaba hacer memoria del día que era. Tal vez ya había llegado la correspondencia que tanto esperaba.

Colgó su bolso al hombro, saliendo del gimnasio junta a la otra muchacha, al tiempo en que se despedían de la entrenadora. No era fanática del deporte o ejercicio alguno, pero uno debía realizar por obligación de la escuela. Y se sentaron en una banca, a espera de sus padres.

—¿Jyugo te volvió a escribir?

La pregunta cargada de curiosidad por parte de Amaya, ocasionó que volteara a verla.

—Desde la última vez que te conté, no, sigo esperando.

—Así que en la dulce espera, ¿eh?...— y la castaña clara asintió ante ello —¿Y ya has investigado adónde queda ese tal lugar llamado Nanba?

—No, sigo dejandolo para después. ¿Sabes algo al respecto?

—No, nunca había oído algo así antes. Quizás sea una calle, o una isla o algo parecido que se encuentre lejos, ya que tarda en llegar la respuesta.

—Quizás.

Movió sus hombros con duda, para levantar la mirada al cielo, mostrando que en cualquier momento comenzaría a llover.

Movió sus hombros con duda, para levantar la mirada al cielo, mostrando que en cualquier momento comenzaría a llover

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Tras llegar a casa, estaba empapada. No por nada de inmediato se dirigió a ducharse, luego de buscar su pijama y un cambio de ropa interior. Y ahora se encontraba recostada en su cama, bien tapada mientras oía como la lluvia seguía y no bajaría su nivel de intensidad. Hasta los truenos habían dado inicio.

Podía sentir como su cabeza comenzaba a dolerle, algo que no podía significar nada bueno.

—Ha llegado esto para ti— comentó su mamá, ingresando al cuarto.

_____ apenas levantó la mirada a donde estaba, a la vez en que dejaba un sobre en su escritorio.

—¿Cómo te encuentras?— se sentó a un lado de ella.

—Me duele un poco la cabeza, nada más. A parte me duele todo por el entrenamiento— se quejó haciendo un puchero.

—Bueno, intentaré traerte algo para que se te calme. Y cuando llame a comer, vas, ¿si?

—Sí, mamá— asintió, recibiendo un beso en la frente y dibujando una sonrisa.

—Una pregunta, ¿con quién te envías cartas?

Lo que esperaba que no preguntara, lo preguntó. No sabía qué contestarle. ¿Que se escribía con un desconocido en persona, que se llamaba Jyugo y tenía su edad?

—A parte, has actuado raro cada que llegaba correspondencia.

¿Por qué las madres debían ser tan observadoras?

—Con un muchacho...— confesó finalmente, sintiéndose incapaz de seguir ocultándole eso.

—¿Y quién es?

—Se llama Jyugo.

—¿De dónde es?

—De un lugar llamado Nanba.

Aquello la extrañó. Le dio a entender que era un lugar que ni la mujer conocía. Le indicó que tuviera cuidado al escribirle, ya que se trataba de alguien que realmente no conocía.

Y salió de allí.

Fue entonces que lo pensó: ¿acaso se estaba poniendo en peligro al hablar con él? Después de todo, si era un desconocido.

Fue entonces que lo pensó: ¿acaso se estaba poniendo en peligro al hablar con él? Después de todo, si era un desconocido

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Publicando desde la clase de educación física, je, todo muy entretenido.

¿Cómo están? ¿Va siendo de su agrado?

Besos ♥

QUERIDO FUTURO ESPOSO |Jyugo/Número 15 y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora