"Querida futura esposa:
Vaya, también me emociona saber que respondes el mismo día. Es algo raro que siento, que no sé definir.
Y también me hace sentir bien el saber que soy interesante para ti, ya que soy un chico que suele ser inexpresivo. Soy poco entusiasta, a tal punto de que muchos digan que soy extraño. Pero realmente no me importa.
Claro, esperaré a que lo escribas.
Y mi día, ha sido de mucho sufrimiento; tuvimos que hacer ejercicio. Lo odio con todo mi ser. Pero el recibir tu carta en la mañana, me hizo sentir que pasó rápido ese tiempo hasta poder contestarte. ¿Y tú?
Fecha; 06/07"
No se había esperado que se tratara de alguien como él mismo se describió. Lo sintió distinto que en las anteriores cartas. O solamente era ella la que pensaba demasiado por aquel detalle que le dio.
Tomó un poco más de su bebida caliente, intentando volver a entrar en calor, releyendo. Después de todo, no estuvo bien durante esos días.
El dolor y el haber estado mucho tiempo bajo la lluvia, hicieron que terminara con fiebre y bastante mal. Recién, después de tres días, ya se había levantado de la cama completamente.
Dejó el té de lado, levantando la mirada a su madre que se encontraba cocinando a un poco más de un metro de ella.
—Mamá, ¿por qué a la gente inexpresiva le suelen decir extraña?— preguntó levemente preocupada, volviendo a ver el papel.
—Lo que la mayoría no entiende, lo suele clasificar como extraño, raro. Y la gente inexpresiva, la catalogan de esa forma porque es obvio que es complicado entenderle. ¿O no?
—Sí...— respondió por responder. Nunca se había topado con alguien así cara a cara.
Suspiró apoyando su cabeza sobre una de sus manos. Le dieron grandes ganas de abrazar a Jyugo, y decirle que no era para nada extraño, a pesar de que no le importaba.
—¿Por qué preguntas?
La castaña clara volvió a observarla, sin ser vista todavía.
—Jyugo, el de la carta, dice que es así y le dicen eso.
—Oh, vaya...
—¿Quién es Jyugo?
Interrogó su hermano menor, Daiki, llegando a la cocina y sentándose a un lado de _____, queriendo ojear la hoja que tenía en una mano.
La chica la colocó contra su pecho para que evitara leerla, ganándose un semblante de molestia de parte de él.
—Un amigo de tu hermana— respondió la progenitora de ambos, apagando una hornalla.
Daiki le restó importancia para comenzar a contar el cómo estuvo su día en la escuela. Ella tenía que retomar el siguiente. Sentía que de mucho se había perdido por lo que le contó Amaya.
—Iré a contestar— indicó, poniéndose de pie y yendo a su habitación.
—Bien. En un rato estará la comida— habló la mujer.
—Está bien.
—Pero...— mencionó el menor, haciendo que su madre volteara a verlo —, su teléfono no estaba sonando...
—¿En serio, Daiki?— alzó una ceja para girarse nuevamente, a la vez en que su hijo preguntaba el qué debía contestar la muchacha.
Por su parte, terminaba con su té llegando al cuarto y dejando la taza sobre el escritorio. Ahora debía contestar, obviamente.
Le comentaría sobre su día y así, y también vería si responder respecto a lo que escribió anteriormente a esa pregunta, mucho antes.
De cualquier modo, dibujó una amplia sonrisa, volviendo a leer el primer párrafo. Ella tampoco sabía cómo definir el cómo se sentía al enterarse de que respondía pronto. Pero, ésta vez, no lo estaba haciendo; el tiempo se le pasó por la fiebre.
No sabía cuándo le llegaría la carta, pero esperaba que no tardara tanto.
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QUERIDO FUTURO ESPOSO |Jyugo/Número 15 y tú|
De Todo"Querido futuro esposo..." Así empezaban las cartas de ella. "Querida futura esposa..." Y de esa manera él le respondía. Dos completos desconocidos que se iban atrayendo. ¿Pero se escribía con un recluso? ¿Cómo llegó una carta hasta allí? [...] -Esa...