Capítulo 1

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Tormento - Mon Laferte

Omnisciente Pov

Lauren esperaba nuevamente sentada en el sillón de su casa. Miró la hora en su celular, 3:33 de la madrugada. Estaba cansada de esperarlo, pero lo hacía porque lo quería. Se supone que eso hacen las buenas esposas, ¿No? Ella quería ser una realmente buena. Un portazo interrumpió sus pensamientos. Darren entró nuevamente con una botella en la mano.

—¡Lauren! ¡Lauren!—Se levantó rápidamente, luego de recuperarse del susto que el portazo le había dado, y se acercó a él.

—Aquí estoy, Dar.—Tomó la botella de vodka en su mano y él la miró mal.

—¿Cuántas veces te dije que no quiero que me quites mis cosas?

—Es que...

—Cierra la boca, zorra.—La ojiverde permaneció callada. Su esposo volvió a tomar la botella de sus delicadas manos de un tirón, volcando un poco en el pisoLimpia lo que tiraste.

El tipo caminó hasta las escaleras y comenzó a subirlas como podía. Darren era alto, mucho más que Lauren. Además era corporalmente mucho más fuerte ella. Sus ojos azules y su pelo castaño, era lo que había enamorado en un primer momento a la chica. Su sentido del humor, sus besos y su caballerosidad, habían llamado su atención. Aunque parecía que la magia se había desvanecido luego de seís años. Ella aun lo amaba.

Lauren secó el vodka que había caído en el piso. Ajustó un poco su bata y respiró hondo. Su cabeza seguía doliendo, y los gritos de su esposo no ayudaban en lo absoluto. Subió las escaleras lo más rápido que pudo para poder ayudar a Darren a darse una ducha sin desmayarse. Cuando llegó, el castaño observaba a la nada misma.

—Amor...

—Cállate, Lauren. No me dejas pensar, siempre haces lo mismo.—Bajó la mirada—Dame una mamada.—Jamás podía negarse a ello. Se arrodilló frente a él en la cama. Bajó sus pantalones junto con su ropa interior. Lo Observó y, sin previo aviso, Darren la tomó del cabello y se lo metió en la boca.

Sentía que le faltaba el aire comenzó a subir y bajar su cabeza como podía, ya que la mano enrredada en su melena castaña oscura no le dejaba mucha libertad. Nuevamente entendió, al cabo de unos segundos, que cuanta más resistencia pusiera, más la controlaría su esposo borracho.

El castaño gemía mientras que ella sentía como poco a poco el aire le faltaba. Respirar ya casi no era una opción se estaba ahogando y ella lo sabía. Intentó quitar su cabeza para respirar por la boca unos segundos. Le fue imposible, Darren empujó con aun más fuerza, haciendo que tocara fondo y metiera todo en su boca. Él se corrió y Lauren no se pudo controlar. En cuanto se relajó quitó su cabeza y vomitó a un lado.

Fue cuestión de segundos, pero fue suficiente para que cuando Darren se diera cuenta la mirara hecha una furia. La ojiverde vomitó hasta el almuerzo por la repulsión y la falta de aire. Miro a su esposo pidiendo disculpas con la mirada. La furia lo invidió y su mano se estampó contra su mejilla. Tocó la zona golpeada y él la miro.

¡Eres una inútil! ¡Nada bien puedes hacer para mí!Lauren sabía que se lo merecía. Ella realmente estaba justificando aquella cachetada de muchas—¡Levantate y limpia todo esto! ¡No quiero verte hasta mañana!

Dormiré en el sillón.

Aquella era, como de costumbre, una noche fría en Chicago. La casa en la que vivían estaba calefaccionada, pero no era muy resistente al frío de fuera. El dinero no alcanzaba para pagar la cuota si se mantenía encendido toda la noche, así que Lauren optaba por morir de frío en las noches, a pesar de ser friolenta. Cleo no se había animado a aparecer durante la discusión de ambos adultos. La perrita aun seguía teniéndole miedo a su dueño.

Lauren siempre había querido un perro, Darren nunca estuvo de acuerdo. En su último cumpleaños, como disculpa y para que su esposa no pasara tanto tiempo sola, le regaló un bulldog frances, a la cual ella llamó Cleo. La cachorra había estado toda la noche ladrándole a Lauren para que le prestara atención. La ojiverde la levantó y la acomodó en su pecho para que pudiera dormir tranquila y no molestase a Darren.

Cleo era un amor con Lauren, y ella misma lo sabía. Desde que había podido adoptarla, salía un poco de su mundo. El castaño no la dejaba trabajar, con la excusa de que no era necesario, incluso rebajando su inteligencia, la cual era superior realmente. Aun ella realmente no se daba cuenta, estaba siendo manipulada a partir de ese amor que le tenía a su esposo. Él lo hacía, para sacar ventaja y tener a su mujer atada económica y sentimentalmente.

Ese circulo vicioso se repetía en bucle hacía ya cinco años. Él llegaba borracho, intentaba ayudarle, recibía un golpe por ello, a veces al otro día discutían por el malhumor del mayor, le pedía disculpas para decirle que la amaba, y el ciclo se repetía nuevamente.

A veces no puedes darte cuenta en el circulo vicioso en el que estás viviendo. A veces para salir de eso, necesitas a alguien de fuera que te ayude, pero cuando tú no pides ayuda no hay nada que hacer.

Secretos que no deben guardarse [CAMREN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora