Capítulo 7

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Pienso en tu mirá (cap 3: celos) - Rosalía

Omnisciente Pov

Al otro día Lauren no se fue de su casa, pero no había podido dormir bien. Pasó de dormir en su cama, acompañada del peso del otro lado del colchón, del cual Darren era dueño, y dormir en un sillón, a dormir en un lugar completamente distinto. Tenía una cama mucho más grande que la de su casa, para ella sola, una habitación en una casa todavía desconocida, y Cleo no era suficiente compañía. Esos dos días no había podido dormir bien.

Se levantó de la cama y caminó por el pasillo. La cachorra ni siquiera se inmutó. Observó la luz proveniente de la habitación de Camila. Se sentía completamente avergonzada por tener la necesidad de ir a buscarla, como si fuera una niña pequeña. Las cosas entre ellas, aun estaban tensas. Golpeó la puerta a pesar de que estaba entreabierta, y pasó luego de escuchar su voz.

¿Qué sucede, Lern?

Yo...—Jugó con la tela del escote de su camisón. Era practicamente una camiseta extremadamente grande para ella, con escote en "V" blanco y de algodón que llegaba hasta la mitad de sus muslos—No puedo dormir y...—Camila dejó su libro en la mesita de noche, se incorporó, corrió un poco las sábanas y abrió sus brazos en señal de bienvenida. La ojiverde se subió hasta su lado. La cubana la tomó de las mejillas, estaba a punto de dejar un beso en sus labios, cuando recordó que la menor era heterosexual y que estaba lastimosamente casada. Cambió su dirección hacia su frente. La castaña realmente se sentía querida entre sus brazos. En seís días, Camila le había dado mucho más amor que Darren en seís años de matrimonio.

Te quiero mucho, Lern—Se recostó con ella en su pecho. Comenzó a acariciar su cabello despacio. La ojiverde pasó su brazo por encima de su cintura, el pijama de la cubana se levantó un poco, y sus dedos quedaron en contacto con la tersa piel de su espalda.

Yo a tí. Gracias por aguantarme—Con su brazo libre, acarició la cintura de la menor, sin pasar los límites.

Tú no estás mal, ángel, lo que está mal es tu cabeza. Te lavaron el cerebro.

Lo sé, pero no me había dado cuenta, soy tan estúpida.

No lo eres, das mucho de tí para poca cosa, a lo que llamas marido.—La menor suspiró.

Yo lo quiero.

Lo sé, eres adicta a él, te separó del mundo y te dejó con la absoluta opción de ser él quién diera algo por tí. Te acostumbraste.

No quiero denunciarlo. Él se enojará.

Por supuesto que lo hará, pero no queda de otra, te juro que si tú no te atreves lo haré yo por tí. Te conseguiré un buen abogado que gane el juicio.

Si lo hago va a enojarse conmigo y...

¿Él sabe que estás aquí?

No, ni siquiera sabe que me fui indeterminadamente. Dejé una nota que decía que necesitábamos un tiempo, que en dos semanas regreso.

No vas a hacerlo, no pienso dejarte cruzar la puerta de tu casa si sé que está ahí.

Sé que no me dejarás hacerlo.—Besó su pelo. Cleo comenzó a ladrar mientras buscaba a Lauren.

Ven aquí, Cleo.—Dijo Camila. La cachorra fue subida a a la cama por la mayor.

¿No te molesta que duerma con nosotras?

Secretos que no deben guardarse [CAMREN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora