Prologo

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Me llamo Alice, así es, soy la hermana gemela de Marina y de Guzmán, Marina y yo nos parecíamos de pies a cabeza como el cabello rojo rizado y los ojos azules siendo tan inseparables. Aun recuerdo perfectamente hace un par de días cuando mis padres me dieron la noticia de su muerte repentina cuando estaba estudiando en Nueva York y me hizo a obligar que volviera a España para estar cerca de mi familia.

El vuelo hasta Madrid fue muy amargo pensado que mi hermana había sido asesinada y tantos momentos que estuvimos juntos se hicieron presentes en mis pensamientos mirando por la ventana que me encontraba sentada. Llegue hasta mi hogar con las manos llena de maletas y todos los presentes me observaban de una forma sorprendida, era como si acababan de ver el fantasma de mi hermana recién fallecida, mire a mama y a Guzmán fundidos en un abrazo, y me iba acercando con ellos lentamente.

—Mamá —llame su atención entre lagrimas y se soltó de Guzmán, el y mis padres me observaron y nos acercamos.

—Alice —susurro mama en voz baja entre sollazos y nos abrazamos—. Alice cariño, me alegra que estéis aquí.

—Vine lo mas pronto posible, tenia que estar aquí para despedirme de ella.

La ultima vez que Marina y yo nos vimos fue hace un año antes de irme a Nueva York, recuerdo que a ella le encantaba bailar y a mi la música, formamos un dúo donde tocaba el violín mientras Marina bailaba al compas de la música.

Lo único que había en el centro que estaba rodeado de nuestros familiares y los amigos de mi hermano, era una pequeña mesa con la fotografía de mi hermana con una vela y pétalos de una rosa blanca. Aun no habían traído su cuerpo y necesitaba verla, deje de abrazar a mamá y me acerqué hacia a Guzmán.

—Hermano —susurre recargando mi cabeza en su pecho mientras lo abrazaba con mucha fuerza.

—Que bueno es tenerte aquí Alice —los ojos de mi hermano se llenaban de lagrimas.

Seguía sin creer, no podía asimilarlo, Marina ya no se encontraba y se ha ido para siempre.

El día del funeral, no deseaba salir de mi habitación y tampoco deseaba comer, mucho menos despedirme de ella, mi gemela esta muerta y nada podía regresarla a la vida. Observaba a lo lejos su entierro, mamá siendo abrazada por Guzmán y papá estaba de mi lado recargando mi cabeza en su hombro, me hizo convencer que me fuera acercando con ellos para ver a Marina por ultima vez.

Mi hermano me dio la noticia que habían arrestado al asesino de mi hermana y no creo que esta novedad me haría razonar que nuestra hermana esta en paz. Polo, uno de los mejores amigos de Guzmán me observaba con cierto miedo hacia a mi pero era extraño, quizás era el gran parecido que tenia con mi hermana.

—Alice, vámonos —ordenaba mi padre luego que los presentes salieron del cementerio—. Es mejor que descanséis para que vuelvas a Nueva York.

—No regresare a Nueva York —entone con seriedad observando aquel ataúd de mármol y con las fotografías de Marina.

—Por Dios hija ¿Por que? —pregunto mamá sorprendida por mi decisión.

—Quiero quedarme aquí en España, con vosotros y los necesito ahora que nunca como Guzmán —suspire sin mirar a mis padres—. Ahora que Marina ya no esta aquí, es lo mejor.

Guzmán estaba de acuerdo como mamá pero, papá no parecía estar convencido de quedarme en Madrid por el futuro que estaba teniendo en Nueva York y que podía irse a la mierda. Guzmán lo hizo razonar y papá acepto quedarme el tiempo que sea necesario para sanar esa herida.

Pasamos el verano con nuestros abuelos al igual que con Lucrecia, la pareja de mi hermano, para que pudiéramos desahogarnos por la muerte de nuestra hermana, después del funeral me entere que mi hermano estaba a punto de cometer una estupidez pero gracias a la ayuda y el apoyo de Lu, pudo evitarlo. Papa tomo la decisión que continuara con mis estudios en el instituto de Las Encinas, misma preparatoria donde se encuentra estudiando mi hermano y sus amigos, el mismo lugar donde mi hermana fue asesinada.

Nos mudamos de casa ya que esa fue la decisión de mamá, Guzmán y yo conservamos las cosas de Marina.

Llego el primer día en el instituto de las Encinas, verme al espejo de mi habitación no parecía yo, sino a mi hermana estando con vida.

—¿Estáis lista Alice? —gire y observe a mi hermano apoyándose frente a la puerta con un nuevo cambio.

Guzmán me observaba de pies a cabeza con mucha impresión, yo solo me limite en mover la cabeza de arriba hacia abajo y el se me iba acercando con pasos lentos, para después abrazarme por sorpresa con fuerza.

—No permitiré que te alejen de mi —dijo con seriedad besando mi frente—. No quiero perderte como a nuestra hermana. Vámonos, papá nos esta esperando.

El camino hasta al colegio fue una atmósfera de silencio, papá me observaba constantemente por el espejo que estaba cerca de su asiento, llegamos hasta al instituto y salimos del coche. En ese momento que comencé a dar un pie en Las Encinas, las personas de estaba a nuestro alrededor me observaba con cierta sorpresa y comenzaban a murmurar.

—Bienvenida Alice —dijo mi hermano al salir del coche.

—Me siento extraña.

—¿Por que tienes que sentirte extraña? Estaremos juntos en el mismo aula —dijo mi hermano sonriendo abrazándome del cuello.

No era sentir extrañez al llegar al instituto, lo que era realmente extraño era como ocupar el lugar de Marina, si ella estuviera viva, estaría feliz de volver a estar juntos como los hermanos unidos que éramos antes. Llegamos hasta los escalones que dirigen a Las Encinas en la espera de Lucrecia que luego pocos segundos después llego en un coche plateado con un tío de cabellos rizados con lentes de sol.

—En serio. muchas gracias —entono el chico de los rizos luego de que Lu salió del coche—.por seguir preocupándote por mi, porque todos me dan por imposible ¡Vamos!

—Es mi penitencia como hermana —se aproximaba Lu hacia a nosotros mientras levanto el dedo medio hacia a su hermano.

—Medio hermana, bombón —dijo el chico al quitarse los lentes de sol y mi hermano levanto el pulgar hacia a el.

—¡Hola, mi amor! ¡Hola Alice! —corre hacia a Guzmán y lo besa en los labios y la saludo dando un beso en la mejilla.

—Los dejos, los veo luego en el aula —dije incomoda al estar con Lu y Guzmán.

—Hasta luego baby.

Me despedí de ellos, subiendo por las escaleras para el primer día de clases en Las Encinas, veré que sucederá.

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