Prólogo

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El padre parloteaba, el mayor no le ponía ni la mínima atención de estar tan enojado —como su padre— por ponerlo a lavar los trastes, la mediana fingía en hacerlo mientras guardaba los sándwiches de crema de cacahuate y mermelada que le pasaba a su hermano menor. Esos eran los Garner, sin una madre que había muerto por asfixia.
George exploto al darse cuenta que sus hijos no ponían mucha atención.

—Calma papá. Es que estamos nerviosos por nuestro primer día de clases, ya sabes, nueva escuela y eso—intenta calmar Julia a su padre rojo como el fuego.

—Por supuesto ¡Michael!—grita a su hijo mayor.

—¡¿Que?!—azota un plato ahora poniéndose rojo el hijo.

— ¡No me alces la voz! Ya váyanse a la escuela, se hace tarde.

Y comenzó una nueva discusión; en cambio con los Russo, gritaban para poner el orden, Nayelli se tomaba fotos fingiendo que su novio se las tomaba, Mia ayudaba a su madre, Lauren seguía encerrada en su cuarto maquillándose como un anime, Aris ayudaba a su padre, mientras tanto Rubí seguía durmiendo, pero no por mucho, Arzy, la penúltima hija, un demonio que toca la corneta y sale corriendo antes de que su hermana la mate.

La castaña  corre enojada tras Arzy y siguieron los gritos, incluso en aquel desayuno de chilaquiles picosos en esa larga mesa.

El rubio manejaba enojado quejándose de su padre y al llegar a la escuela, cada uno se fue por su lado.

Rubí corría y corría de un lado a otro, quería quedar en todos los deportes de la escuela disfrazada de niño por solo haber equipos masculinos, lacrosse, futbol soccer, basquetbol, futbol americano, voleibol...Estaba sudada y sedienta.

Arrastrando los pies camino a la maquina expendedora.

Julia buscaba una máquina por la sed que se cargaba, todo porque a su hermano mayor se le olvido ponerle su agua. Metió la moneda y una niña sudada la aventó, apretó el botón y como si fuera salva vidas se lo acabo de un sentón.

—¡Hey, esa agua era mía! —se queja la rubia.

—Era—gruñe la otra.

—¡Págame!

—¡No tengo!

—¡Hey, hola Rubí! —se aparece Nash y ambas chicas dejan de pelear.

—Hoola—contestan a tontadas y el ojiazul desaparece —¿A ti te gusta Nash? —dicen al unísono, sorprendidas.

Julia y RubíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora