Descubiertas

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Aidan y Ava se acercaron a Julia para pedirle un periódico, el castaño veía mal a una Rubí comiendo papas fritas despreocupada, hasta le resultó más incómodo a la rubia a pesar de que ella no salió con él, lo que no sabían era que por dentro la de ojos hazel, se ponía nerviosa con la presencia de Ava.

—Rubí, ¿Qué no salías con Aidan?—empieza la sisañosa Ava.

—Mjm—la de cabello miel oscuro sacó de su mochila unas papas de maíz con queso, tratando de no prestar atención.

Aidan pagó su periódico y se fue echando humo a su lugar, la rubia se despidió para ir a Filosofía para tener una platica interesante con Timonthy.

Por otro lado con Rubí, entró la maestra de Artes, por estar en décimo año, les volvía a tocar dibujo, era una mujer pequeña y vanidosa, muy "mamona" a palabras de Julia, Rubí no decía groserías, pero concordaba con ella.

Esa maestra se llevaba bien con su "ex", si ese debería ser el término, y éste le recordó de la tarea, era de arquitectura, ella no hizo nada y que nadie le pregunte entonces tendría que rebuscar en su gorda mochila, que tenía más comida chatarra y envolturas, que cuadernos.

Siempre le cayó mal, por tener la boca floja, que le recuerda todo a la maestra y se puso más furiosa cuando "su amiga" se puso en el lado del enemigo:

—No lo culpes, él cumple y tu deberías hacer lo mismo—acomoda los periódicos.

—¡Te estás poniendo de su lado!

—Señorita Garner, señorita... —interrumpe el director de tez oscura.

—¿Rizzo? —duda Rubí y el hombre la ve mal.

—Acompáñenme, por favor.

Ambas tomaron sus cosas y Julia intentó esconder el papel reciclaje, el hombre las llevó a dirección, la morena sudaba de los nervios, ella jamás iba a dirección, de hecho ningunas de sus hermanas, a excepción de Arzy por interrumpir clase, era una parlanchina, hija del diablo.
Se tropieza.

Tomaron asiento y quedaron sorprendidas al ver a su maestro que les daba religión, se veía muy serio, de hecho siempre será un hombre raro, a veces era serio, otras entusiasta. Incluso se rumorea que tiene bipolaridad o diversas personalidades.

—El profesor Kelso me comentó que últimamente ha visto periódicos por la escuela.

—¿Es un delito leer, estar informado y aprender?—habla Julia y el director le muestra su palma para que le deje continuar.

—No lo es. Pero bien recuerdo que les dijimos que no habría venta de sus periódicos.

La ojiazul ya iba a pelear cuando se le adelanta el director que al ver todos leían, para seguir con la lectura en la escuela, el maestro Kelso les ayudaría a lo del periódico, que habrían más compañeros como otro taller más.

La cara de Julia cambió a entusiasmo, estrecho su mano con los maestros y salieron con un papelito para excusar su retardo en las clases que les tocaban, la rubia seguía feliz y Rubí andaba por los pasillos, igual de contenta con su retardo justificado, ya quería ver la cara de Rita.

Llegó la hora de gimnasia, ahí juntaban siempre dos grupos, todos se sorprendieron al no ver a su maestro llorando, en cambio había uno musculoso y bronceado.

— Soy el maestro Hyde, a partir de entonces les daré Educación Física, sustituyo al inservible de Bob—. Ahora, hagan calentamiento y corran diez vueltas alrededor de la cancha.

Todos se quejaron, llevaban años de no hacer nada, porque sí, cuando les tocaba Educación Física, aprendieron toda la teoría pero realmente no hacían nada.

Todos salieron sudorosos, cansados, no aguantaban las piernas ni los pies, no sentían sus brazos, incluso todos fueron al baño para lavarse la cara y quitarse el mal olor.

Al salir ambos grupos se unieron a los demás espectadores de la pelea entre una rara otaku y el chico problemas, Lauren roja de rabia, le terminó a Dominic, nadie lo podía creer, sonó la campana y todos corrieron a su salón.

Ambas amigas fueron sacadas de sus salones, llevadas al salón de religión, el maestro estaba sentado en su mesa, les dijo que iban a tomar el salón de Educación Física para abrir "el taller". Él sería el editor en jefe.

Se dio la noticia en honores a la bandera y los de primero a sexto grado veían mal a Julia y Rubí, pues a partir de ese día ya no se iban a cubrir del sol mientras lloraba Bob.

Julia y RubíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora