No Lo Soporto

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La de cabello miel oscuro caminaba quejándose con la rubia mientras seguía haciendo su trabajo como empacadora en el supermercado, acerca de Aidan y lo insoportable que era, ya no la soportaba y estaba a nada de rendirse y aceptar su derrota.

Su familia hacían las compras y saludaron a la ojiazul.

—Rubí, despídete de Julia, ya nos vamos—avisa cálidamente la mamá de la castaña—. Adiós cariño, saludos a tu familia.

—Gracias señora—le sonríe la rubia y regresa a la ojicafé—. Pues vamos a hacer algo al respecto.

Al llegar todas a casa, subieron a su cuarto cuando escucharon a sus padres, tristes y frustrados, quejándose que no tienen dinero, no podían sobrevivir con el sueldo de un transportista de papas y de venta de comida de su madre, aparte que tenían que alimentar una boca más, su abuela paterna se mudaba con ellos, una mujer de noventa años en silla de ruedas.

Nayelli se dedico a cuidar mascotas, Mia en tutoría y niñera, Lauren como cuenta cuentos y pinta caritas en fiestas infantiles, y por último Rubí como ayudante de un panadero, todas contribuyendo y los menores ayudando con los deberes, hasta llegar su abuela de Italia, una mujer idéntica a su padre, de pocas pulgas, enojón a y que dice muchas groserías.

Llegaron a la escuela caminando y peleando como siempre, hasta encontrarse en el camino a Cameron King y Nash Dashner, ella quedaba anonada pero no por mucho cuando llegó Aidan Garcia.

—Hola mi amor—saluda el ojicafé y Rubí cierra los ojos con fuerza.

—¿Sabes qué Aidan? Ya me harte, yo misma iré con el entrenador y lo aclararé. No quiero estar contigo—explota la castaña.

Por otro lado, aparece Julia con su clásico Look de los 50's,sus vestidos y tenis, o zapatos.

—Pero...— intenta hablar Aidan—. Realmente me gustas, Rubí.

—Pero yo a ti no—el joven se enoja.

—Eres del montón, pensé que eras diferente, pero claro, solo te gustan Cameron y Nash—la otra se puso roja.

—Vete mucho a la...

—Señorita Rizzo—interrumpe una voz autoritaria y vuelve a cerrar los ojos.

—Es Russo—abre sus ojos en grande.

Sus padres la regañaron y se metió en problemas al mentirles a todos de su sexo en cuanto a los deportes, sacándola de todos aquellos en los cuales jugaba.

La rubia se acerca a su amiga y pregunta qué va a hacer ahora, viéndola con pena.

—Me dejaron inscribirme a natación—anuncia la castaña y Julia la concilia—. No estuvo nada mal ¡hice veintisiete segundos en cincuenta metros crol! —efusiva.

—Wow, eh ¿excelente? —duda en shock la ojiazul.

—¡Más que excelente! El entrenador quedó impresionado—se cabizbaja—. Pero extrañaré el trabajo rudo.

Julia le dio un abrazo de consuelo y despedida, ese día les tocaban clases de veterinaria, la de ojos hazel la ve extrañada.

—¿A qué se dedica realmente tu padre?

—Es abogado.

—Un abogado de mente cerrada—interrumpe Michael—Vamos Julia, o te dejo—gira los ojos su hermano y se despide finalmente de su amiga.
...
Era temprano, muy temprano y se paseaba por la escuela buscando al director, esto no se iba a quedar así, iba a pelear por su amiga, le parecía mus machista y retrógrada que no se practicarán los mismos deportes en femenil.

Tan metida estaba en su discurso que se atraviesa con ¿Mia?, ¿Qué hace allí?

—¿Julia? Buen día —saluda la mayor.

—Hola Mia, lo mismo digo—asiente la pelinegra.

—¿A dónde vas? —intenta hacer la plática con libros y papeles abrazados a su pecho.

—Supiste lo de tu hermana—asiente—. Y bueno, vine a pelear. ¿Sabes dónde...?

—Conmigo. Yo soy del cuerpo estudiantil—suspira—. Yo también me enojé, pero no se puede hacer mucho. ¿Sabías que una dieciseisava parte de las mujeres que estudian aquí quieren practicar un deporte? Con esa poca cantidad es imposible.

Se detiene a pensar un plan, su amiga no podía quedarse así.

—Debemos hacer una clase de promoción, llamar su atención. Podríamos hacer una clase muestra.

—No lo sé...

—Confía en mi—se va corriendo con su vestuario cincuentero encontrándose al par de amigos, saludándola sonrientes—. Hola chicos. Seguramente se han enterado lo de Rubí —asienten y toma la palabra Nash.

—Si, quede sorprendido, debo admitir.

—Yo creo que ya lo hubieran notado o por lo menos tener la ligera sospecha que era una niña, desde que le dieron en sus bajos y no chilló de dolor hasta segundos después, ese hubiera sido un indicio—apunta monótonamente Cameron.

—Como sea—llaman su atención la chica—. Vamos, por favor Nash, ella te cubrió y pasaba la pelota, deporte que fuese.

—¿Qué quieres? —ansían los chicos.

Al llegar la castaña a la escuela quedó sorprendida al ver una enorme bulla de chicas, no se habría acercado sino fuese por escuchar balones golpeándose, curiosa llega a primera fila encontrándose a Nash y Cameron jugando con algunas niñas la pelota, enseñándoles técnicas de soccer. Se acerca boquiabierta a la ojiazul.

—¿Qué sucede? —emana de sus labios con migajas.

—Vas a regresar a hacer lo que amas—le frunce el ceño la rubia —¿Otra vez comiendo del pan que haces?

—Yo lo hago.

Julia y RubíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora