El origen del corazón.

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En la antigua Grecia el dios Blanco estaba triste, y un día decidió buscar la felicidad. Observó a algunos mortales durante semanas, y los envidiaba porque veía que cuando dos de ellos estaban juntos parecían muy felices. Reían, se besaban, se abrazaban...

Él no sabía amar, de hecho ningún dios ni mortal por aquel entonces ni sabía ni podía. Excepto aquellos con los que jugaba la diosa Roja, ella era la encargada de todos los temas relacionados con el amor. Manipulaba los sentimientos de algunos mortales, los hacía felices y después los separaba para hacer que sufrieran.

El dios Blanco visitó una mañana a la diosa Roja, y pidió que hiciese algo para que pudiera amar. La diosa Roja al verlo tan desesperado tuvo que aceptar. Pero puso una condición, si el dios Blanco amaba, todos los demás lo harían también. Tanto el resto de dioses como de mortales. Advirtió que nada sería igual, pero él cedió. Entonces, la diosa Roja creó el corazón, algo que nadie tenía ni conocía, y repartió un ejemplar de esta nueva creación a cada uno.

Comenzaron a hacerse parejas, ellos disfrutaban de su amor porque era mutuo. Pero otros sufrían ya que su amor no era correspondido.

El dios Blanco se enamoró de una mortal, llamada Ágata. Pero ella le rechazó. Con el tiempo su amor hacia Ágata crecía y crecía, y más sufría. Aunque, por otra parte se sentía más vivo que nunca. Hasta que por fin un día su amor hacia aquella joven cesó.

El dios Blanco comprendió que con el corazón se disfrutaba más de la vida, pero también se sufría mucho más. Pero ya no se podía hacer nada, ahora todos continuarían con un corazón en el pecho para siempre, pareciéndose más a aquellos mortales con los que jugaba la diosa Roja que él vio. Y entonces el dios Blanco deseó no haberlos envidiado nunca...

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