Marga pasó la tarde de su cumpleaños quince en el Dioniso junto a sus amigas. Quería celebrar en casa o en la biblioteca, pero debía entregar un proyecto de biología al día siguiente.
—Siempre me dejan los dibujos a mí—se quejó Abril, coloreando las venas del aparato circulatorio—. Para la próxima yo resumo los temas.
Elvira volteó a verla con una sonrisa. Acababa de beber chocolate caliente, así que tenía un pequeño bigote de espuma.
—Tienes dotes de artista, por eso te dejamos los dibujos—dijo, para después limpiarse el bigote con una servilleta—. Te está quedando muy bien.
—Gracias. ¿Y tú cómo vas, Marga?
La mencionada tenía los ojos fijos en el libro mientras jugueteaba con una de sus largas trenzas.
—¿Marga?—Abril le tocó el hombro, haciéndola estremecer—. Oh, lo siento.
Marga entregó a Elvira una hoja con sus notas para que la pasara a limpio en el proyecto.
—Quiero acabar lo más pronto posible—dijo—. Tal vez nos quede tiempo para relajarnos en la biblioteca.
Abril esbozó una amplia sonrisa.
—¡Me parece muy buena idea!—exclamó—. Antier dijiste que hay un libro que quieres empezar a leer esta semana, ¿no?
La chica sonaba muy entusiasmada, eso era algo raro, pues la biblioteca no era su lugar favorito para pasar las tardes. Tal vez encontró alguna novelita cursi que le llamó la atención, pensó Marga, contenta de poder compartir su pasatiempo con ella. Dio un sorbo a su latte de vainilla y miró por la ventana. La lluvia se había intensificado. Unos segundos más tarde la campana junto a la puerta tintineó cuando entraron un trío de muchachos sonrientes y ligeramente empapados. Marga los miró de reojo y volvió a concentrarse en su lectura. Reconoció al más joven de ellos; se trataba de Alejandro Dumas, su compañero de clase.
—Oigan—susurró Elvira—. ¿Ya vieron quién se sentó al fondo?
El rostro de Marga no tardó en arder. Abril, divertida, le dio un leve codazo.
—Ahí está tu novio—dijo.
—No es mi novio.
—Porque nos has tomado la iniciativa.
Alejandro se dirigió al mostrador para pedir sus órdenes y saludó a las chicas con un gesto al percatarse de que estaban en una de las mesas. Marga escondió el rostro en el libro, incapaz de verlo a los ojos.
—No seas descortés—le susurró Elvira, con lo que Marga, a regañadientes, bajó el libro y saludó a Alejandro, quien sonrió para luego darse media vuelta y continuar su camino al mostrador. La chica tragó saliva, embelesada. Alejandro era un chico bello, tan bello que dolía. En más de una ocasión Marga se soñó acariciando esos cabellos negro y perdiendose en sus cálidos ojos castaños. Él tenía un aura gentil que atraía a todos los que lo conocían, era imposible no admirarlo.
—No sé cuánto tiempo pretendes seguir así—dijo Abril.
—¿Así como?
—Sin siquiera hablarle.
—Podrías empezar siendo su compañera en el siguiente trabajo de Literatura, es la materia que mejor se te da—sugirió Elvira—. Así lo enamorarías con tu inteligencia.
Marga cerró el libro de biología.
—Para ustedes es fácil decirlo porque tienen facilidad de palabra y hay muchos chicos que quisieran ser sus novios. Yo no podría siquiera sostenerle la mirada a Alejandro. Es tan...
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Felidae
Vampire1965. Marga, una triste mujer divorciada, regresa a su ciudad de origen tras una serie de eventos desafortunados. Su nueva vida tranquila no dura mucho: un hombre de su pasado, más bello y seductor que nunca, empieza a visitarla cada noche para bebe...