1965. Marga, una triste mujer divorciada, regresa a su ciudad de origen tras una serie de eventos desafortunados. Su nueva vida tranquila no dura mucho: un hombre de su pasado, más bello y seductor que nunca, empieza a visitarla cada noche para bebe...
Eran los últimos días de vacaciones de verano y yo me encontraba escribiendo Perlas de Medianoche. Una costumbre mía es hacerlo mientras escucho música o alguno de esos videos ambience de sonidos de lluvia y cafés siendo servidos. En mis recomendados de Youtube apareció una canción de I Monster llamada Lust for a Vampyr, de su álbum A Dense Swarm of Ancient Stars. Hay muchas canciones que me fascinan del álbum Neveroddoreven, pero A Dense en particular no me había gustado; en él su sonido se volvió mucho más experimental y los ritmos muy marcados. No obstante, decidí dar click a esa recomendación, ¿por qué? No lo sé. Pero me alegro de haberlo hecho, porque fue gracias a Lust for a Vampyr que mi mente empezó a dibujar la trama de Felidae.
Verán, soy una persona de imaginación muy despierta, incluso cuando no estoy escribiendo. Tengo la manía—como muchas otras personas—de crear videoclips en mi mente cuando estoy en el bus o sentada con la mirada ausente, escuchando música. Lust for a Vampyr es una canción muy retro cuya vocalista me recuerda a las coristas a Go Go de los años sesenta; la letra habla de una mujer enamorada de un vampiro que muere por que él la muerda.
Take me now in the dark
(Tómame ahora en la oscuridad)
I can't wait, make your mark
(No puedo esperar, haz tu marca)
I've been working the whole day long
(he trabajado todo el día)
Getting older while you stay young
(envejeciendo mientras tú te mantienes joven)
Give me shelter, the night is dark
(dame refugio, la noche es oscura)
Live forever...
(vivir para siempre...)
Mí cabeza armó todo un videoclip vintage de una mujer triste anhelando a su vampiro, intercalando con escenas donde ella va a visitarlo de día a su ataúd, mientras duerme. Pensé: "ya casi llega octubre, podría ser mí novela corta de especial Halloween, tiene potencial". Pasé los siguiente días pensando nombres, el de la protagonista llegó primero: Margarita. Quería que mi novela se desarrollara en los años sesenta como en mi videoclip imaginario y que mis personajes fueran latinoamericanos. La trama inicial se modificó conforme pasó el tiempo. Estaba muy emocionada porque comenzara octubre para disponerme a escribir. El tema de los vampiros con un enfoque erótico me estaba fascinado; el año pasado había leído el clásico Carmilla, dónde una vampiresa succiona la vida de una joven poco a poco por las noches. Se ha enamorado de ella, pero aún así la destruye. Esa es su naturaleza. Tomé algunos elementos de inspiración, también de las novelas cortas Manor y La muerta enamorada. Me encanta esa dulce autodestrucción de sus protagonistas, frágiles y perdidamente enamorados de sus seres de la noche.
Ahora bien, ¿considero Felidae una novela romántica? Bueno, podría decirte mi respuesta, pero soy partidaria de eso llamado "La muerte del autor", o sea que mi obra y mi mensaje no importa; el texto es de cada persona que lo lee y lo que en verdad importa es lo que éstos interpreten.
El desarrollo de Felidae fue toda una montaña rusa de emociones; me frustré bastante cuando octubre acabó y la novela no llegó ni a la mitad. Como casi siempre, había mordido más de lo que podía masticar. Ese es un problema con el que sigo lidiando, aunque he mejorado bastante; suelo ahogarme en novelas y relatos, a veces tres al mismo tiempo, y a la hora de administrar mi tiempo libre no sé por dónde demonios empezar. Tuve que repetirme una y otra vez que esto es solo un pasatiempo y que tarde o temprano la terminaré. Y así fue.
Felidae me hizo sonreír, sufrir y pasarla bien entre saltos de tiempo. Quería que el lector se acercara poco a poco a Alejandro, por eso los recuerdos de Marga no están en orden cronológico; primero conocimos a la Marga de veinte años llorando por Alejandro y después a la de quince, cuando aún lo tenía a su lado. El mito del vampiro, si bien ha sido explotado al máximo, todavía puede ser una gran fuente de historias. En mi caso es una carta de amor a los clásicos que leí; en lo que respecta a vampiros no hay nada más sublime para mí que las escenas donde la o el vampiro se acercan a la cama de su víctima o amante durante la noche para arrebatarles un poco de vida.
Sé que esta novela, al solo contar con la perspectiva de Marga, deja muchos cabos sueltos; hay un gran espacio en blanco entre la muerte de Pascual y los siguientes diecisiete años: ¿cómo fue la vida Alejandro como hombre sombra? ¿Quién es Carmina y de dónde viene? Esas preguntas espero responderlas en otra novela más adelante.
Quiero agradecer, como de costumbre, a Sel y Rafa. A la primera por las siempre bellas ilustraciones que adornan casi todas estas notas finales, y al segundo por estar a mi lado—incluso si vive en otra ciudad—y ayudarme cuando los jugos creativos no fluyen. Chicos, son maravillosos y la mayoría de las veces siento que no los merezco. Gracias por ser mis amigos.
No me resta más que celebrar y agradecer también a ti, quién lee esto, por llegar hasta aquí. Esta novela fue dolor y deleite para mí, y aprecio demasiado que le hayas dedicado tu tiempo. Tengo muchas obras planeadas que quiero hacer (suficiente material como para los siguientes cuatro años, jaja), así que solo es cuestión de un rato para que vuelva con algo nuevo.
Hasta entonces,
Aria Veil
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