𝐏𝐫𝐞𝐩𝐚𝐫𝐚𝐭𝐢𝐯𝐨𝐬

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Narra T/N

—Chao Suguita, nos vemos—. Besé su mejilla y cerré la puerta luego de que el peliblanco se fuera. Asahi se había ido hace una hora y mi mamá hace dos así que eso me deja sola en mi casa.

Subí las escaleras con cuea levantando las patas porque tengo lata de existir, llegué a mi pieza y puse música bajito mientras me dignaba a hacer la maleta para Santiago.

Lo primero que busqué fueron los calzones decentes que no tienen marcas de guerra, después mis sostenes que no lavaba hace mil años porque siempre los tengo puestos y finalmente eché calcetines para sobrevivir. 

Si los demás vieran el desastre culiao que tengo en mi armario, pobre de mí. Busqué entre toda la ropa mis poleras favoritas y mis pantalones regalones, no llevaría ropa incómoda ni fea, pa que.

Estaba doblando una polera cuando me empieza a vibrar el poto, saco mi celular del bolsillo y contesto la llamada.

—Aló.

—HEY HEY HEY, ¿CÓMO ESTÁS ENANA?

—Bokuto, mi amor, estoy con caña no grites tanto.

—Perdón—. Susurró. —Pero me enteré que vienes a Santiago y estoy muy feliz—. Dijo subiendo el tono cada vez más.

—Tenía planeado que fuera sorpresa pero Kuroo Tetsuro no sabe tener el hocico cerrado más de dos minutos.

—Si no fuera por Kuroo no sabría nada de ti, olvidona.

—No me digai olvidona.

—Olvidona.

—Búho raro.

—NO SEAS PESADA—. Gritó y me alejé el celular del oído antes de que sangrara.

—Eres un bebé, Kotaro.

—Tu también, enana. ¿Cómo es eso de que andas con caña?—. Cambió el tema con tono juguetón. 

—Ayer el Daichi se sacó casa y fueron los del Aoba Johsai y gente de acá de viña.

—¿Cómo la pasaste?.

—Bien, bailé caleta, me duelen las patas, también tomé más que la chucha y comí bien.

—¿Comida o gente?.

—Ambas.

—ESA ES MI RAYITA MIERDA.

—No griti kotarado.

—Cuéntame a quién te comiste antes de que me enoje por ese apodo culiao feo.

—Primero me comí a Iwaizumi—. Dije recordando, definitivamente el mejor de la noche.

—¿AL JAIME?

—Hajime.

—Misma wea.

—¿Después al Mattsun? creo que así se llamaba—. Pensé mientras contaba, el Oikawa dijo fuerte y clarito "personas que apenas conozcas" así que no tendría que acordarme de su nombre.

—Pasaste hambre.

—Aún no termino.

—Chucha oh, ya sigue.

—Después el Daichi me chantó un beso.

—¿DAICHI? BIEN AHÍ MI REINA.

—¿OH NO QUE ESTÁ RICO?

Weon Hinata weonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora