Capítulo 9

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A pesar de lo fría que está la noche, Bestia y yo seguimos nuestro camino hacia Criya.

Mientras Bestia camina, no puedo evitar pensar en lo que Black dijo.

— Pero él no te escuchó... — Murmuro mirando la perla a la escasa luz nocturna.

— ¿Vas de viaje? — Bestia se detiene. No muy lejos de nosotros, logro ver a alguien que que mueve las brazas de lo que debió ser una fogata. — Fría noche ¿no?

— Eres el informante...

— Olfen, o La rata de Zafiro. Llámame cómo quieras.

— Soy Renuka...

— Lo sé, eres la hija de Khan. Creo que te vi cuando eras una bebé con un padre que no tenía ni la más mínima idea de como cuidarte.

Bajo del caballo y camino acercándome al sujeto. Él permanece mirando las brazas, intentando avivar el fuego.

Meto la mano en mi bolsillo y saco un par de piedras, las cuales uso para crear una chispa y encender un poco de pasto seco.

El sujeto me observa con interés cuando nota que arrojo lo encendido sobre las brazas haciendo que esta se encienda rápidamente.

— Muy lista.

— Es una de las cosas que aprendí de mi padre cuando era niña. — observo el fuego que comienza a tomar fuerza mientras Olfen coloca ramas para evitar que se apague.

Inicio del flash back.

<<Apenas tenía cinco años. Era invierno y hacía bastante frío.

Me quedé en casa a la espera de que papá regresara con leña para encender la chimenea.

— ¿Renu? — abrió la puerta con los codos y entró con una gran cantidad de leños — Ya estoy aquí ¿podrías cerrar? — me apresuré en cerrar. Afuera hacía mucho más frío que adentro — Gracias, cariño. — dijo dejándo la madera en un rincón.

— Toma — me estiré lo más que pude para entregarle sus piedras de sílice.

— Gracias, Renu.

Se sentó frente a la chimenea para encenderla y yo me senté junto a él. Tenía mucha curiosidad sobre cómo hacía fuego con un par de piedras y pasto seco.

Mientras observaba el movimiento que mi padre hacía para crear chispas, noté que algo le pasaba a su mano izquierda.

— ¿Qué tienes? — el me miró con una suave sonrisa.

— Nada, solo me lastimé mientras partía la leña. No te preocupes.

— Pero te duele.

— Solo un poco, Renu. La revisaré cuando encienda el fuego.

— ¿Me dejas intentarlo? — le pregunté. Quería ayudarlo.

— No veo por qué no — me sentó entre sus piernas y me mostró lo que tenía que hacer — ¿Lo ves? Solo debes golpear ambas piedras para hacer fricción. Así crearás chispas. Solo tienes que hacerlo de forma que estas caigan sobre el pasto seco. ¿Comprendes?

— Sí, comprendo.

Era de esperarse que en mis primeros intentos no funcionara. Pero papá dejó que lo intentara hasta que la primera chispa salió.

— Así — me animaba.

Era curioso que yo estuviera intentando encender la chimenea. Siempre le había temido al fuego desde que me había quemado con la llama de una vela. Papá lo sabía; pero nunca me lo recordaba. Él nunca usó las frases como "pero te asusta" o "mejor deja que yo lo haga", él siempre me alentaba a vencer mis miedos por mi propia cuenta. Y claro, con él a mi lado.

Sangre de lobo: lazos de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora