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Tras una semana llena de ocupaciones, tareas y compromisos Hwang junto con Yang pudieron juntarse a lo correspondiente de nuevo, HyunJin se había encargado de informarse lo más posible para no meter la pata otra vez. Por otro lado, Innie decidió olvidar el terrible suceso, su mamá había dicho que no tuviese rencor en su corazón, así que sonaba mucho más conveniente.

— ¿Cómo te va en la escuela?

— B-Bien, son algo estrictos pero es un ambiente cómodo, siempre me la paso con Nayeon y HeeJin para que me defiendan, además estar con ellas me da acceso a comida gratis.

— ¿Qué hay de tus compañeros?

— ¿Siempre preguntas tanto?

— Tengo que aparentar ser buen chico para poder cenar aquí hoy, JeongIn — Tanto las mujeres expectantes como los jóvenes dejaron escapar una carcajada.— Como sea, espero te traten bien.

HyunJin se paró por mera inercia del sillón con las intenciones de acercarse al más bajo, siendo ágilmente detenido por las mayores que vigilaban todo y recibiendo una advertencia ciertamente alterada de Yang.

— Mantienes distancia o te pongo una orden de alejamiento, Hwang.

— Vale, perdón.

— Creo que esta es la primera vez que tengo la dicha de compartir tanto tiempo con usted más allá de un ámbito profesional. — Dijo la doctora en su momento a solas.

— ¿Sí? Pues un gusto, realmente siempre se me hizo alguien interesante, pero acercarse habría sido algo raro de mi parte. 

Ambas mujeres sonrieron, se sentían tranquilas y cómodas en compañía de la otra, compartían un aura complementaria que hacía que no quisiesen separarse realmente.

— Le agradezco por todo lo que ha hecho por mi hijo, sin usted él no podría siquiera llamar a su hermano sin tener un ataque de pánico.

— Es mi trabajo, me alivia saber que como madre usted se siente conforme con mi rendimiento.

— ¿Puedo preguntar por qué eligió esa carrera?

— Mmh... me gustaba la idea de ayudar a la gente, sufrí demasiado en mi adolescencia y no lo deseo eso a nadie más, el pensar que podría hacer avances positivos en la autopercepción de las personas me hacía y hace feliz, por eso JeongIn es uno de mis pacientes más preciados: ha de sentirse horrible estar atrapado en un mundo donde sientes que tus pares pueden lastimarte, donde los percibes como una amenaza y quiero ayudarlo a cambiar eso para que disfrute de su vida, de amistades nuevas sin tener que ocultarse. — Respondió con su pecho sintiéndose cálido, eran sensaciones indescriptibles las que pasaban por el corazón de aquellas mujeres, la más seria y baja de ambas se autoconvenció con velocidad de que se trataba de simple empatía maternal, mas el joven alto y pálido que se encontraba atento a la conversación no notó lo mismo, sintió en serio la rabia acomodarse en cada zona de su interior, no dudaba que entre esas dos hubiese algo extraño aunque no lo notasen todavía.

— ¿Hyung? ¿está bien? — Preguntó de forma automática el pequeño quien notó con rapidez la expresión tensa de su mayor, estaba algo asustado por ello, y es que se le hacía tan pero tan jodidamente familiar.

— Sí, JeongIn. — Se apresuró en levantarse exasperado — Mamá, nos vamos.

La mencionada con desconcierto simplemente acató el llamado de su hijo y salieron del lugar. Le desanimaba pero ¿Qué más podía decir? Se trataba de la voluntad de su preciado hijo, era algo que por más que tratase no podía ignorar.

Una vez más caía bajo la dominancia ajena.

— ¿Qué le pasó?

— No lo sé, mami, yo sabía que los hombres eran criaturas extrañas.

— Tú eres hombre, amor.

— Pero de los geniales.

La entrada a la casa estaba llena de miedo, nervios, malos presentimientos y mucho dolor.

— ¿Dónde mierda estabas? — Cuestiona con notoria molestia el hombre una vez su hijo fue al cuarto.

— Ya te dije que algo del trabajo, Hwang, ¿Quién más trae dinero a esta casa si no?

Le alzó la mano

Le alzó la mano y en ese momento vio todo borroso, un acto tan simple como ese había hecho que se sintiese perturbada, con terror y creyó sentir lo que le describía su paciente Yang en sus sesiones.
Odiaba sentirse tan sumisa, lo había estado toda su pubertad y lo aborrecía. Porque era débil, demasiado débil cuando se trataba de él, qué asqueroso hombre tenía a su lado ahora amenazándola con darle la paliza de su vida.
Recordó con la mirada perdida cómo la depresión la hundió en algún punto, era como estar en un hoyo que, por mucho que supieses que debías salir, tu voluntad era nula; lo mismo sucedía con su matrimonio.

— No me respondas así.

¿Era buen momento para ponerse a llorar?

ᦒ ¡mantén distancia! ૪  hyunin   ˊᯅˋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora