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Jimin alzó los brazos una última vez y se quedó estático, con la respiración agitada mientras volvía a la realidad. La música dejó de sonar, y el rubio se relajó finalmente, volviendo a su posición inicial mientras respiraba pesado y se pasaba la mano por los cabellos rubios, apartándolos de sus ojos. La sala permaneció en silencio, y los latidos del rubio retumbaban en sus oídos, siendo lo único en lo que fue capaz de concentrarse.

Hoseok le sonrió cuando se sentó a su lado, y Jimin le devolvió la sonrisa antes de tomar la botella de agua que había sobre el banco y destaparla. Le dio un trago de forma ansiosa, mientras trataba de controlar su respiración.

"¡Suficiente, chicos!" Park levantó la mirada al oír la voz de la Señora Lee. La mujer había sido profesora de baile desde su juventud "Descansad, nos vemos el jueves." se despidió, caminando hacia la puerta y dejando a sus alumnos dentro del gimnasio. El ambiente se llenó de risas y gritos, la sala estaba inundada de diferentes conversaciones que se enredaban entre sí.

"Lo hiciste genial." alagó Jung, recogiendo su bolsa del suelo y poniéndose de pie, esperando a que Jimin estuviese listo para irse. Park se agachó a atarse el cordón izquierdo con una sonrisa tímida.

"No es para tanto." se excusó el mencionado con las mejillas rojas, poniéndose de pie junto al castaño. Él no consideraba haber hecho gran cosa, simplemente se dejaba llevar cuando estaba sobre la pista. "¿Nos vamos?" preguntó, sacando su teléfono del bolsillo delantero de su mochila.

"Nos vamos." corroboró el mayor asintiendo, y ambos cruzaron las puertas del gimnasio entre conversaciones triviales. Hoseok hablaba emocionado sobre que su madre iba a preparar su cena favorita, y Jimin no podía evitar sonreír debido a su entusiasmo.

Como casi cada tarde, ambos se separaron en la parada de autobús situada casi frente al instituto, y Jimin se sacó los auriculares de la mochila mientras esperaba paciente.

El rubio se acomodó en el asiento junto a la ventana, cerrando los ojos durante apenas unos segundos mientras una melodía aleatoria se reproducía en sus oídos. Mientras el autobús comenzaba su camino Jimin aún era capaz de divisar algunas caras conocidas caminando hacia el aparcamiento para emprender el camino a casa.

Una vez estuvo en su habitación sus movimientos fueron rutinarios, se dedicó a hacer algunos ejercicios para sus clases del día siguiente, contestó a algunos mensajes de Taehyung explicándole cualquier pequeña cosa de su día (esta parte siempre consigue sacarle una sonrisa), y se metió de cabeza a la ducha. Se enjabonó las hebras rubias con delicadeza mientras el agua tibia le recorría el cuerpo. Ese día estaba especialmente cansado, le dolía todo. Así que se tiró sobre la cama sin hacer nada en cuanto salió del baño.

Se dedicó a revisar algo sus redes sociales, pasando algunas historias de Instagram de manera perezosa y dando me gusta a algunos posts. No prestó mucho interés, a excepción de algunas en las que cierto pelimenta se hacía con toda la atención.

Ese es un punto interesante a mencionar en su vida: Min Yoongi.

Un año mayor que él, capitán del equipo de baloncesto, mirada felina y sonrisa adorable, personalidad sarcástica, despreocupada y crítica, pero con un toque dulce que enamoraría a cualquiera.

Y Jimin no es la excepción. Ha estado detrás de él prácticamente desde que lo conoció. Nadie puede culparlo, para Park la belleza más profunda se encuentra en las cosas más pequeñas, y Min no es precisamente muy alto.

Apenas han cruzado un par de palabras, y solo lo puede observar con tranquilidad cuando Taehyung, Hoseok y él asisten a alguno de los partidos del equipo de baloncesto del instituto. En ese momento Jimin desliza sus ojos por el pelimenta sin miedo, apartándolos cuando Min se gira hacia los espectadores después de encestar una canasta. Es un chico tímido, pero sabe muy bien cuando deshacerse de su timidez y recibir las miradas de todos aquellos que se crucen con él.

Jimin en cambio está libre de miradas, solo aquellas de los alumnos que lo reconocen por ser "el chico dulce del club de baile." Sí, ese es el apodo que Jimin ha desarrollado con los años, fruto de su personalidad suave y adorable y su amor por la danza. ¿Poco original? Sí. ¿Muy acertado? También.

Park sonrió una última vez al teléfono antes de dejar de mirarlo, dando un pequeño giro hasta estar al borde de la cama. Se puso de pie entre suspiros, y se desperezó antes de bajar a la primera planta.

La cena transcurrió con tranquilidad, algún comentario de sus padres y alguna intervención suya inundaron la mesa.

Jimin tiene una buena relación con sus padres, y es algo que agradece infinitamente.

Cuando la cena concluyó, Park se levantó de la mesa con un alegre "Buenas noches" y regresó a su habitación, caminando directamente al baño para lavarse los dientes.

Se tiró sobre la cama, revisando por última vez su teléfono móvil, pasando distraído los mensajes del chat grupal en el que Hoseok y Taehyung discutían sobre si el mejor color de pelo de Jimin había sido el naranja o el morado.

Jimin rodó los ojos y apagó el teléfono sin ni siquiera molestarse en contestar a los mensajes.

Suspiró fuerte y se acurrucó debajo de las miles de capas de mantas sobre su colchón. Le dolían absolutamente todos los músculos de su cuerpo.

Había empezado la etapa de ensayos para el festival anual de baile, y al ser su último año en el instituto este era especialmente importante.

Jimin ansiaba conseguir participar en el certamen especial que se llevaba a cabo entre los alumnos de último curso, que consistía en una competición de solos.

Aún así, aunque fuese algo con lo que soñaba desde que entró en el instituto, también tenía miedo de presentarse en solitario.

Suspiró de nuevo, cerrando los ojos con pesadez. Trató de despejar su mente pensando en otras cosas; en Yoongi, por ejemplo.

Sí, eso parecía una buena opción.

Min Yoongi siempre era una buena opción.

first love [yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora