Antes escuchaba música clásica, un piano solitario interpretando unas notas sutiles, perfectamente armonizadas, que me acompañaban en las veladas solitarias y frías, pero la vida ya no es como la escribían mis antiguos compañeros, ya no hay lucero del alba, ya no hay velas que se desgastan con sus ganas de alumbrar, ya no hay crepitar de la leña con un fuego que solo calienta un frío que no se quiere ir. Ya no se escriben poemas ni se canta al amor, ya no lloramos con saetas ni luchamos por honor, no existe la rabia.
Lo Fi, Low Fidelity es el ritmo que necesitamos y que merecemos hoy en día; ya no existen notas pensadas, calculadas y medidas, buscamos un ritmo adormecido con una base que se queda en cama por las mañanas, con notas que confunden y se quedan bajo las sábanas, creando una imagen vaga e incierta, mientras nos conmueve una voz apagada, adulterada, escondida, una voz miedosa que no quiere ser escuchada. Eso somos, así vivimos. Escondidos, con miedo, con ganas de pasar inapercibidos. la música que nos merecemos.
Buscamos baja calidad, algo rápido, económico, baja fidelidad, algo que no nos ate, que no nos amarre, no queremos la perfección, no queremos cosas trabajadas porque tememos estropearlas, y las estropeamos, no nos casamos con nada, con ninguna idea, pues nuestras ideas son imperfectas, vagas, escondidas bajo una sábana que no nos deja ver lo que en realidad queremos o necesitamos. Un sentimiento adormecido, un querer remolón que hace de nuestra vida una existencia mediocre, pero estamos contentos con ella, agradecidos de que sea así, por que en la comodidad de lo común nos revolcamos.
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Enero color Azabache.
PoetryBreves ensayos tristes sobre meditaciones, pensamientos y observaciones de cada día. Me siento un cretino cuando escribo cosas tan pretenciosas. Todo nos lleva a pensar que tenemos que existir por algo, pero no. La realidad es que estamos de paso...