Diferente.

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Querida Bea:
Daniel me preguntó si quería que me llevara a casa, no me pude negar. Quiero que sepas que te amo y, en caso de que no quieras desgastar tus pies camino a casa, he dejado las llaves de mi auto en tu casillero. Deberías cambiar la contraseña, señorita 1214
En serio te amo.
Atte, Jackson.

Saqué el movil de la mochila y le mandé un mensaje a Sarah.

Querida Sarah Jackson, existe algo llamado mensajes de texto. Espero te diviertas, no vueles por el mundo sin mi.
P.d. Sí mañana no vengo a clases por hemorragia en los pies es tu culpa.

Tomé la nota pegada en la parte interna del casillero color azul ballena y la guardé junto con el móvil en los bolsillos de mi mochila. Saqué algunos libros y guardé otros, cerré la pequeña puerta metálica y me dirigí a su auto, lo encendí y condujé unos largos 15 minutos hasta llegar a su casa.

- ¡Querida! -dijo la mamá de Sarah con un poco más de felicidad de la que esperaba.
- Tía Carla -la abracé.
- Mi niña, ¿ahora fue tu turno de conducir? -miró adentró del auto -¿Sarah no viene contigo?

Vaya, ¿No se supone que Sarah ya debió de haber llegado? ¿Debería mentir o decir la verdad?
A nadie le hace daño una pequeña e inocente mentira.

- Salió con un chico... no ha de tardar en venir.

¿Por qué me es tan difícil mentir?

- Oh de acuerdo ¿debo preocuparme?
- No tía, aún no serás abuela.
- Perfecto. - dijo con un aire despreocupado.

Tia Carla es la mejor, era como la abuela que nunca tuve, ella convencía a mamá de darme los permisos. Siempre.
¿Un don? Parecía más un superpoder.

- ¿Quieres pasar, cielo? -preguntó.
- Me encantaría pero voy a ayudarle a mamá a preparar la comida.
- Esta bien, ¡salúdame a Carla!

Así es, mi mamá también se llama Carla, es gracioso porque su mejor amiga es Carla, la otra Carla, me refiero a mi tía Carla no a mi mamá Carla.
A veces agradecería que no tuvieran el mismo nombre.

Sin más emprendí mi viaje a casa, caminando.
Llevaba deambulando unas dos cuadras cuándo un auto paró, un bonito auto negro último modelo aparco a mi lado. Iba a comenzar a correr cuando me topé con esa sonrisa.
Nicholas.

- En mi opinión las chicas como tú deberían de ir acompañadas de alguien. -sonrió, con su típica maldita sonrisa de ganador.
- En mi opinión los chicos cómo tú se basan en los estereotipos de "chica débil" para atraerlas. -le devolví la sonrisa y el desvió la mirada hacia el frente -... pero tienes razón, no quiero que alguien robe mi extremadamente caro bolso y arruine mi manicura.
El rió, no me cansare de escuchar su ligera risa.

- ¿Eso es un si a mi petición de conducirte a casa?.-Nicholas no era un extraño para mi pero yo debía serlo para él ¿De dónde viene su repentino amigable comportamiento?.
- Eso es un "no robes mi bolso".
- Lo prometo. -volvió a mirarme.
- Te lo has ganado.- subí al auto.

Ahora sé porque los llamaban autos último modelo, por fuera era moderno con detalles finos y estilizados. Por dentro igual era negro, asientos de piel y extremadamente limpio y ordenado, con suave olor a hojas de menta.

- ¿Sueles caminar sola por la calle?- me miró por unos segundos y siguió conduciendo.
- Sólo cuándo me siento lo suficientemente distraída cómo para temer chocar por la falta de atención y morir.
Ambos reímos.
- Aquí a la derecha -le indiqué -por cierto soy Bea... Bea Thomas.
- Oh, pensé que Thomas era tu nombre.
- Muchos lo hacen... a pesar de lo varonil que ese nombre es- reí con un aire nervioso. Estar con Nicholas en su auto era cómo saltar a la boca del León por segunda vez.- Es aquí.
- Linda casa.
- Gracias, es linda cuándo quitas la inmensa soledad por el trabajo de tus padres.
- Los míos también trabajan mucho.- rió -Te entiendo.

Se bajó del auto para abrirme la puerta.

- ¿Acostumbras a llevar a todas las chicas a sus casas el primer día de clases? -dije mientras desarrugaba mi falda y acomodaba mi mochila en mis hombros.
- Sí, de hecho tengo que volver al colegio por una tres chicas más.- dijo con un tono sarcástico.
- ¿Gustas pasar? -le pregunté mientras nos acercábamos a la puerta de mi casa.
- Hoy no, va contra mi código de convivir con personas cuando llevo un día de conocerlas, pero sí mañana me vuelves a invitar no dudes en que te diré que si.

Me sonroje.

- De acuerdo. Gracias por traerme.- dije sonriendo y con un hilo nervioso colgando de mis palabras ante su comentario.
- Cuándo quieras, Thomas -dijo mientras se alejaba.

¿Por qué eres así, Nicholas? Ningún chico en el mundo entero se habría parado a ayudarme, ningún chico le habría confesado al aire sus pensamientos acerca de mi, ningún chico era cómo tu. Y eso me hacía desearte más porque en el fondo sé que eres diferente.

The thin line between usDonde viven las historias. Descúbrelo ahora