Diciembre, 14

73 3 6
                                    

- Sí sigues así, te voy a golpear - reí.

Nos encontrábamos en mi cafetería favorita, a unas cuantas cuadras de mi casa.
Tenía paredes de ladrillo, mesas de madera y cuadros en blanco y negro. Un toque ambiguo pero también moderno.
Él había ordenado un sandwich de atún, y un té para mi. Pero, cómo toda persona que necesita tomar algo con su aperitivo, le dio varios sorbos a mi té, a tal nivel que estaba al borde de terminárselo. Sé que es mucho drama pero era mi té preferido.

- No podrías ni aunque quisieras - dijo con una voz desafiante.

Tomó otro sorbo. Le di un pequeño golpe en el hombro, él me besó.

- Eres mi pequeña maquina de golpes.

Salimos de la cafetería y nos dirigimos a su auto, las calles estaban cubiertas por una ligera capa de nieve.
El invierno nos estaba dando un frío y acogedor abrazo.
Él conducía, lograba distinguir los momentos en que de reojo me miraba, lo sé porque solía soltar una ligera risa cuando lo hacía.
Besó mi mano y la colocó en la palanca de cambios, siempre lograba hacer que el calor en mis mejillas subiera en cuestión de segundos.

Nos dirigíamos a mi casa, mamá iba a preparar una rica cena, aunque todavía no anochecía, sus papás y su hermana también iban a estar ahí.

Pasamos de largo mi casa... ¿Pasamos de largo mi casa?.

- Creí que...
- No hoy, pequeña.
- Pero la cena...
- Ya les avisé.

¿Les aviso? Creo que no estamos hablando el mismo idioma.

- No... no comprendo.
- Te tengo una sorpresa- me miró y sonrió.

¿Una sorpresa? Odio las sorpresas, bueno las amo pero detesto el sentimiento de duda al querer descubrir que es.

No dejé de mirar por la ventana, trataba de ubicar las calles para darme una breve idea de hacía donde nos dirigíamos. Sin embargo, me perdí cuando ya no había casa y edificios sino árboles y pinos cubriendo los costados de la carretera.

Aparcamos al frente de una cabaña, el ambiente era frío, verde y perfecto para mi.
- Espera aquí - se bajó del auto y se dirigió adentro de la cabaña.
Pasaron tres minutos y volvió a entrar, esta vez con un ramo de flores en su mano derecha y una pequeña caja de terciopelo negra en la izquierda.

- Siempre que te pregunto acerca de tus flores preferidas - comenzó a decir- me respondes 5 tipos distintos -extendió las flores para entregármelas. Eran preciosas, nada más ni nada menos que una mezcla de mis flores favoritas: margaritas, orquídeas, tulipanes, violetas y gerberas. - no se veían muy lindas de la manera en que yo las acomodé así que le pedí ayuda a la florista, dijo que eras una chica muy afortunada.

-Lo soy - sonreí sin despegar la vista de sus ojos, una lágrima resbaló de mi ojo derecho, él acerco su mano a mi mejilla cambiando el curso de la gota a su pulgar. Es gracioso como un simple gesto puede ponerte tan sentimental.

- Lo que ella no sabía es que el afortunado aquí soy yo. Sabes que usualmente no soy romántico - Asentí, el rió. La verdad no lo era pero al final de cuentas yo tampoco así que, es empate- pero mi hermana me recordó lo importante que eres para mi.

Otra lágrima resbalo por mi mejilla y cayó en una de las violetas. El sonrió aún más y me dio un beso en la frente. De ahora en adelante amaré más a su hermana de lo que ya lo hago.

The thin line between usDonde viven las historias. Descúbrelo ahora