Ensayo de baile

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Hannah
Estoy sentada en el borde de la acera frente al instituto esperando a que Jan aparezca para llevarme al ensayo. No es que sea muy lejos, queda a solo cinco manzanas de aquí. Normalmente voy a pie con Kiara pero hoy ella se fue temprano con Josh, su novio, y yo no tengo ganas de caminar después de la mañana tan movidita que tuve hoy.
Hace un año me apunté en el equipo de baile, aunque en el grupo también actuamos y cantamos. A mí no se me da nada mal actuar y bailar me encanta. Siento que puedo ser yo misma, ser libre. ¿Qué puedo decir? Modestia a parte soy una diva moviendo el culo, sin embargo no puedo decir lo mismo de mis dotes vocales, le doy mis condolencias a quien me escuche cantar, soy un poquito desafinada, solo un tin.
Levanto la cabeza y veo el auto de mi hermano doblar la esquina. Me levanto mientras se detiene a mi lado. Subo, lo beso y nos ponemos en marcha.

- Hola precioso, gracias por venir - le digo - estás hecho un chofer excelente.

- A su servicio señorita - se burla - ¿No se supone que vas a los ensayos con Kiara?

- Sip, pero ella hoy se fue con Josh.

- ¿Se perderá el ensayo? Qué extraño.

- No, ella va después, primero tiene que gastar energía con Josh ya que no podrá hacerlo por la tarde porque él tiene entrenamiento. - me río - Esos dos no se cansan. Supongo que por eso siempre están de buen humor, no le dan tregua al juguetito.

Mi hermano me mira con los ojos en blanco y murmura algo así como "demasiada información".
Nos quedamos callados unos minutos mientras yo miro el paisaje. Siempre me ha gustado esta ciudad, los grandes edificios, los árboles siempre verdes y el ambiente lleno de gente.

- Rompí con Gía - suelta Jan de repente.

- Vaya, felicidades - le digo dándole palmaditas en el hombro - Nunca he estado tan orgullosa de ti.

- No tienes remedio Hannah - me dice divertido.

- No se qué esperabas que te dijera. Sinceramente estoy muy feliz de que te hayas deshecho de esa... - él me mira espectante, a la espera de que suelte la palabra "zorra" para regañarme - ... mujer.

Aparcamos frente al gimnasio y nos dirigimos al interior en donde veo en primer lugar a Viola Hudson, nuestra entrenadora, que como siempre me saluda muy cordial.

- Primera vez que llegas temprano Anderson, ¿A qué se debe el milagro?.

Yo paso de ella y voy directo a los vestuarios mientras Jan se acomoda en los banquillos. Ya en los vestuarios me quito la ropa y me pongo los pantaloncillos cortos y el top deportivo que utilizamos para ensayar. Cuando termino camino hacia el tabloncillo del gimnasio y me encuentro con Charlie, el guaperas del equipo masculino de gimnasia. Me pregunto qué hará aquí.

- Hola Charlie, ¿Y eso tú por aquí?

- ¿ No sabes que entrenaremos juntos para las competencias regionales?

- ¿ Desde cuándo el equipo de gimnasia y el de baile compiten juntos? Lo nuestro es cantar y bailar,¿Recuerdas? - le digo refiriéndome a mi equipo.

- Desde que la lechuzona - mira en dirección a la entrenadora - necesita un pretexto oficial para retozar con el Sr Montgomery en los baños después de entrenar.

Seguimos nuestro camino hacia el tabloncillo hasta llegar con las demás chicas y los chicos de gimnasia que, todo sea dicho, están muy bien.
Desde hace unos meses se rumoreaba que la Srta Hudson y el Sr Montgomery, el entrenador del equipo de gimnasia, se veían a escondidas en los vestuarios después del entrenamiento, ya que los dos equipos lo hacemos en el mismo gimnasio solo que en diferentes áreas. No obstante, esto de la colaboración es algo nuevo.

- Vamos chicos, a prepararse que empezamos ya - anuncia la entrenadora.

Todos nos dispersamos y empezamos con los ejercicios de rutina para calentar. Estiramientos, torciones, sentadillas.
De reojo veo entrar a hurtadillas a Kiara, no quiere que la lechuzona la vea llegar tarde, pero como siempre, a ella no se le va una.

- ¡Miller! Que bueno que llega, me siento muy feliz de que nos honre con su presencia.

Todos ríen y Kiara se pone colorada y ya se imaginarán que con un pelo tan rojo como el de ella y todas sus pecas, resaltaba bastante.

- Lo siento mucho, no volverá a suceder.

Todos vuelven a los estiramientos.

- Bicha - le susurro - ¿Por qué tardaste tanto?

- Mija es que Josh hoy estaba muy creativo - me dice con mirada pícara - Ya sabes, creo que he experimentado todo el kamasutra en solo 2 horas. ¿Sabes el significado de dar duro?

Me hace un gesto para decirme "pues ya te imaginarás".

- Bien, como saben, para estas regionales el equipo de gimnasia nos acompañará. Trabajarán por parejas, así conocerán mejor a los que serán sus compañeros esta temporada - dice la entrenadora.

Miro a mi alrededor buscando quién pueda tener de compañero, pero parece que no tendré que buscar más, Charlie se presenta como el mejor y más capaz delante de mí. Bueno, parece que ya tengo compañero.
La música empieza a sonar. ¿Kisomba? ¿ Vamos a bailar kisomba en las regionales?.
Para los que nunca hayan oído hablar de este género musical, les explico que es una música muy suave y sensual. Se baila en parejas, muy pegados, lo único malo es que es un poco incómodo de bailar ya que los pies se apoyan casi todo el tiempo en los talones y la cercanía extrema, ya saben, pone un poco de los nervios.
- Esta música, suave, sexy es para ayudar a que cada cual se compenetre con su pareja - explica la entrenadora - Nadie la bailará en las regionales, no tienen que poner esa cara de susto.

- Bien - dice Charlie mirándome raro - ¿Me permite esta pieza señorita?.

Sin esperar mi respuesta me atrae hacia sus brazos y poniendo sus manos en mi cintura empieza a moverse. Siento cada centímetro de su cuerpo pegado al mío, yo solo espero que tanta cercanía y roces de cuerpos no alborote las hormonas o en menos de lo que canta un gallo el gimnasio estará lleno de tiendas de campaña, si entienden a lo que me refiero.
La música empieza a llenar mis neuronas y poco a poco me empiezo a llevar por la cadencia y sensualidad de la canción. Me contoneo contra Charlie, muevo mi cintura y cierro los ojos, disfruto el momento. Cada movimiento nuestro está en sintonía, totalmente sincronizados, como si nuestros cuerpos se conocieran a la perfección.

- Creo que esta música es maravillosa, es como hacer el amor - me dice al oído Charlie. Su aliento me hace cosquillas.

Yo abro los ojos. Él me mira, fijamente, y yo giro mi cabeza. ¿Puede haber algo más incómodo que esto? Mi mirada cae sobre Jan que me observa desde las gradas. Su rostro está serio y su ceño fruncido. Parece estar de muy mal humor. ¿Qué le pasará?

Afortunadamente la canción termina y entonces empezamos a practicar las coreografías que teníamos ya montadas mientras los chicos de gimnasia nos observan. Pasadas tres horas el ensayo termina con dos conclusiones muy obvias:

Uno: los ensayos se volverán más arduos a partir de ahora.

Dos: no será nada fácil conseguir lugar en las competencias si algunos de los chicos siguen moviéndose con la misma gracia que un elefante bebé.

De vuelta a casa Jan no dice ni media palabra, no entiendo qué le pasa. De momento sacude la cabeza como deshaciéndose de un mal pensamiento.

- ¿Te ocurre algo?- le pregunto preocupada.

- Nada princesa, no te preocupes - me dice haciendo una mueca con los labios en un vano intento de sonreír.

- Está bien Jan, si tú lo dices. Para aquí por favor - me mira confundido - Es que olvidé que quedé en ir a casa de Jazmine para ayudarla en una tarea de mates.

- Está bien pero, ¿No quieres que te lleve?

- No, quiero estirar un poco las piernas.

Me despido de él y bajo del auto. Espero a que se vaya y cuando me aseguro que está lo suficientemente lejos como para no poder verme, cruzo la calle y entro a la farmacia que queda justo en la esquina.

- Buenas tardes, ¿Le puedo ayudar en algo? - pregunta la dependienta muy atenta.

Sonrío. Por supuesto que puede ayudarme señorita.

Mi princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora