La conversación

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                  JAN
Trato de poner atención a la conferencia que dan en el teatro de la universidad pero no puedo. Mis pensamientos vuelan hacia una castaña de ojos oscuros. “Hannah”. Llevo toda la semana con una sonrisa estúpida en la cara de la que no logro deshacerme. George, que está a mi lado me mira de reojo y pone los ojos en blanco, aunque no le he contado lo que está sucediendo él se huele algo.

- Dios tío, un poco de dignidad por favor - dice mi amigo - Me imagino que la chica esté buena, pero ¿puedes intentar no babear demasiado?

- ¿Lo dice quien no dejó de dar la lata cuando se tiró a Camila? - le digo con un susurro burlón.

Hace unas semanas, el día de la fiesta, Camila y George empezaron a tontear y poco tiempo después el pez mordió el anzuelo. George no dejaba de hablar del incidente, con descripciones más que detalladas. Desde entonces están saliendo.

- No compares. Además, no estamos hablando de mí, sino de ti y de dónde has estado metiendo tu polla últimamente - me dice inocentemente - Yo quisiera saber si la culpable de ese... aturdimiento que tienes es la dueña de un biquini verde y unas curvas dignas de un buen accidente.

No le respondo y tampoco lo saco de su equivocación. Mi polla solo ha estado dentro de mis pantalones y en mi mano, como mucho. No he sido capaz de pasar ese límite con Hannah, para ser sincero, no hemos pasado de los besos y las caricias encima de la ropa. A pesar de desearla mucho, siento que no debe suceder nada más y mucho menos con nuestros padres tan cerca.
Una hora después, me encamino hacia el gimnasio donde ensaya Hannah. Últimamente tiene entrenamiento cada dos días y se queja mucho, pobre, llega siempre exhausta.
Entro al gimnasio y siento música electrónica. Luego veo a su grupo bailando y la busco con la mirada. La encuentro. Está de nuevo con ese chico de la otra vez, creo que se llama Charlie. Ese tío no me agrada en absoluto, debe ser por la forma en que mira y toca a Hannah, como si le perteneciera. Ese pensamiento hace que mi humor se vuelva negro inmediatamente.
Me siento en las gradas y espero pacientemente a que culmine la sesión de entrenamiento. Hannah no se ha percatado de mi presencia, está concentrada en los pasos de la coreografía y a ratos cierra los ojos como disfrutando la melodía. Me gusta verla así, tan linda y sensual.
Abre los ojos y su mirada recae sobre la mía y sonríe. Durante todo el tiempo restante nos miramos fijamente mientras ella se mueve y siento que está bailando para mí.

- ¿Por qué cada vez que vengo a verte estás con ese chico? - le pregunto mientras conduzco a casa.

- La lechuzona nos hace bailar en parejas, quiere lograr una buena compenetración y comunicación entre los dos equipos.- explica.

- Tú le gustas a ese chico.

Hannah me mira con una mueca burlona.

- Jan, por favor, él solo es mi compañero de baile y nada más, no veas cosas que no son. Charlie es un buen chico y no baila mal, eso es lo único que importa.

- Claro, piensa lo que quieras, pero tú le gustas. Así que ten cuidado con él

- ¿Estás celoso? - me sonríe tiernamente - No hay razón para que lo estés. ¿Te digo un secreto?

Se acerca a mí y me besa la mejilla. Siento su olor inundado mi espacio y su aliento casi en mi boca. Mi respiración se agita mientras ella acerca su boca a mi oído.

- A mí solo me gustas tú. Soy tuya Jan - me susurra de tal forma que se me eriza la piel.

Me mordisquea la oreja y yo tengo que poner todo mi empeño en seguir conduciendo y no prestar atención a la incomodidad que voy sintiendo dentro de mis pantalones. Tengo que hacer acopio de toda mi fuerza de voluntad para no parar  el auto ahora mismo y hacerle el amor en los asientos traseros. Solo espero que al llegar a casa no haya nadie y pueda estar un rato a solas con ella. Creo que la promesa que me hice de no hacerlo con mi hermana se va a ir a la mierda, llevo semanas aguantando y aunque probablemente me arrepienta después de mi arranque de lujuria ya no lo soporto más.

Mi princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora