En mil pedazos

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                HANNAH
¿Saben el significado de la expresión “llorar un río”? Bueno, creo que yo lo superé, más que un río, lloré un océano. Me he pasado la maldita noche llorando. Duele. Mi pecho duele, mis pensamientos duelen, mi corazón duele. ¿Por qué?¿Por qué lo hizo?¿Por qué se fue así? Él no tenía derecho de dejarme así tirada, despreciada, humillada. ¿Cómo se atreve a decir que lo que ocurrió fue un error? ¿Acaso eso es lo que soy para él? Un jodido error. Yo pensé que él me amaba, que yo era importante para él.
La noche acaba y la luz del día llega pero yo no he logrado pegar ojo. No quiero salir de la cama, pero hoy tengo escuela y ensayo así que me obligo a levantarme y darme un baño.
Al pasar frente al espejo veo mi rostro. ¡Estoy horrible! Mis ojos están rojos e hinchados, mi cabello parece un nido de gallinas y mi pecho...mi pecho está lleno de marcas rojas, chupones.

- ¡Maldito, me abandonas después de pasar una noche maravillosa y para colmo me dejas chupones! - digo furiosa.

Bajo el agua caliente intento relajarme un poco pero no lo consigo. Necesito olvidar lo ocurrido pero las imágenes de anoche vuelven a mí. Trato de ser fuerte pero todo esto me supera y vuelvo a llorar mientras finjo que es solo agua lo que corre por mis mejillas.
Al terminar me visto, me arreglo un poco y me maquillo para disimular un poco los estragos de anoche. Tengo que ponerme una blusa de cuello alto, pues mi pecho y mi cuello tienen marcas.
Salgo de casa sin toparme con nadie. Doy gracias porque Jan no está en la cocina ni en la sala. Todavía es temprano cuando me dirijo a la escuela pero no quería ver a mis padres ni esperar a Charlie, aunque no sé si irá a buscarme después de dejarlo plantado ayer.

En el instituto casi no hay nadie, así que voy a la cafetería a por algo de comer. Noto mi cuerpo cansado, dolorido, destrozado en mil pedazos. Siento las lágrimas atoradas en mi garganta. “Aquí no Hannah, en la escuela no”.
Me dirijo al mostrador, pero al ver la comida mi estómago se revuelve. Opto por una Coca-Cola, necesitaré energía para enfrentar el día.
Con mi bebida en la mano voy hacia la mesas que hay fuera de la cafetería y me siento. Pongo música para matar el tiempo. ¿Nunca les ha pasado que ponen música aleatoria en su móvil y todo lo que se reproduce son melodías tristes, canciones de amor, de despecho? Parece que mi móvil se empeña en recordarme lo jodida que estoy. A la mierda la música. Apago mi teléfono y lo meto en el fondo de mi mochila.
Pasados unos minutos siento que mi estómago se revuelve. Dejo la lata de refresco en la mesa y corro hacia los baños. Vomito aparatosamente. Parece como si dentro de mí hubiera una batalla en pleno apogeo. Mi estómago arde y se retuerce. Me mareo y las paredes giran a mi alrededor. Luego de un rato inclinada sobre el váter, me calmo un poco, aún así tengo arcadas. Estoy sudada y tiemblo.
Cuando creo encontrarme mejor salgo y voy directa al aula de mates, mi primera clase de hoy. Fuera del aula están las chicas, recostadas al barandal de la escalera.

- ¡Hannah!¿Qué te pasa? Estás pálida. - me dice Jaz con cara asustada.

- Me sentí un poco mal, pero ya me encuentro mejor.

- Bichita es mejor ir a la enfermería. Nosotras te acompañaremos, no importa saltarnos una clase. - dice Cami.

- Sí, vamos. No estás bien, eso se nota. ¿Tienes problemas con Charlie?¿Con tu hermano quizás? - pregunta Kiara.

La sola mención de Jan hace que el hueco que tengo en el pecho, donde antes estaba mi corazón, duela más.

- No, voy a clase, ya me encuentro mejor. - digo y me adentro en el aula.

Mientras esperamos que empiece la clase, las chicas hablan y hablan intentando distraerme. Yo les agradezco la intención, pero no las escucho. Mi mente está embotada, como tras una espesa neblina. Al menos así no pienso en nada.
La profesora hace su entrada y comienza el turno. Veo sus labios moverse pero no entiendo lo que dicen. Sus ojos me miran, me habla. ¿Qué dice?

Mi princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora