capítulo veintisiete.

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Salazar estaba de vuelta, creyó haberse ido hace mucho tiempo.
Regresó a la habitación que July había alquilado, pero no pudo entrar. Tocó varias veces, hasta que una niña pequeña, vestida con holanes rosados le abrió la puerta.
-Hola ¿tu quien eres?
-Soy Salazar, estoy buscando a…
-¿eres un amigo de mi papá?
-No lo sé ¿quién es tu papá?
-¡PAPÁ! – soltó un grito fuerte y agudo <<Para ser tan pequeña tiene unos grandes pulmones>> pensó Salazar.
Al escuchar tal llamado, salió un caballero de unos treinta y tantos, en traje gris. Y con una sonrisa cálida dirigida a su hija.
-¿Qué pasa linda.
-Un muchacho muy grande te busca.
-Te he dicho que no habrás la puerta sin avisar antes. ¿Qué sucede joven?
-Yo… ¿usted alquiló este lugar?
-Si, llegué de mañana con mi hija. ¿Le puedo ayudar en algo?
-Este… es que… - Tuvo que mentir – unos amigos me llamaron, dijeron que nos reuniríamos y me dieron este número de habitación.
-¿Esta seguro que es aquí? Tal vez es en otro hotel, o en otro de los pisos. Llegué con mi hija a las tres de la mañana y este lugar estaba disponible.
-Entonces, lamento mucho la interrupción, gracias… - se dio la vuelta y caminó por el pasillo. Alcanzó a escuchar, antes de que cerraran la puerta, como la chiquilla le dijo a su padre <<El muchacho tenía los ojos dorados papá>>
Bajó hasta recepción, y preguntó por cada uno de sus amigos, pero los empleados le negaron la información, alegando que era importante y confidencial. Busco en sus bolsillos algo de dinero para sobornarlos, pero todo lo que traía estaba echados perder, Así que derrotado, se sentó en una de las salas de la entrada, pensando que, si decidían salir o entrar, terminarían encontrándose.
Y no pasó mucho tiempo, esperó si acaso una hora, cuando los vio llegar: Venían Diane, Charly y July, bajándose de un taxi, derrotados. Sus rostros demoraban mezcla de desesperación y tristeza. Pero cambiaron de inmediato al ver a Salazar frente a ellos, tan sonriente como siempre, como si nada hubiera pasado.
Diane le dirigió una mirada envenenada, Charly de decepción, y July de emoción.
Los dos primeros pasaron de largo, sin saludarlo, hasta voltearon el rostro, pero July se le acercó, lo abrazó, lo tomó de la mano y lo arrastró hacia donde iban los demás.
Cuando entraron a la nueva habitación, Salazar se dio cuenta de que habían pasado muchas cosas en el poco tiempo en que se había ido, pero no tenía agallas para decir la primera palabra. De hecho, se quedó de pie junto a la puerta después de ser el último en entrar y cerrarla.
-Estoy muy enojada. – Comenzó Diane – No se que decir exactamente para no parecer una neurótica y controladora. Ustedes me tienen así.
-Diane, lo siento muchísimo…
-Lo sé, July. Tu ya te disculpaste, pero el caballero pelirrojo cree que solo con regresar y mostrar su estúpida cara lo vamos a perdonar.
-Diane, ya se que…
-Cállate, dejaremos eso para después, Ahorita, lo que más me importa, es que Chris fue secuestrado.
-¡¿Qué?! – casi gritaron Salazar y July.
-Tranquila, nena.  No fue secuestrado, Estaba muy mal, se enfermo de algo, yo digo que Algún animal venenoso de los que habitan aquí lo picó. Ann intento curarlo, y funcionó, al menos hasta anoche que nos acostamos, al despertar ya no estaban.
-Hay, no, me siento muy mal, no debí haberme ido, ahorita estaríamos de regreso en Calgary, todos celebrando o descansando, no se…
-Como saben que fue Ann la que se lo llevó, tal vez…
-Dejaron una nota, Salazar.
Diane le entregó la nota que Chris había dejado. Este la leyó. Y su rostro se ensombreció, Todos se dieron cuenta pero esperaron a que el hablara.
-Se dónde están.
-Excelente amigo, ahora hay que encontrarlos.
-Ustedes no pueden ir.
-¿por qué no? ¡Es mi primo!
-Por que se necesita volar – los volteo a ver a todos – y muy rápido. Ann se llevó a Chris muy lejos. No es un lugar que ustedes conozcan.
-Si se lo llevó al lugar de dónde ella es, recuerda que tenemos el Jet.
-Eso no es suficiente, debo ir yo solo. Prometo que los traeré sanos y salvos.
y salió rápidamente de la habitación, dejándolos con la boca abierta.

Ann y Chris durmieron juntos. Para el chico era algo muy especial. Se sentía extremadamente feliz. Hubo un momento en la madrugada en qué estuvieron frente a frente, ella acostada hacia la izquierda. El no podía dormir de la emoción. La observaba descansar. Con su piel tan blanca, sus labios ligeramente entreabiertos y sus pestañas tan negras y largas. Era muy hermosa. Casi dolía verla. Y no podía creer que al fin la tuviera tan cerca y que Salazar no estuviera para molestarlo.
Se acercó más a ella y le dio un pequeño beso en los labios. Fue prácticamente un roce, y eso bastó, para sentir un dolor tan atroz, que creía que la espalda se le partiría por la mitad. Evito gritar para despertar a sus amigos, pero Ann ya estaba despierta, no emitió ningún ruido, uso sus manos una vez más para sanarlo, pero no sirvió de nada.
-Intenta calmarte -  Susurró. – para que me puedas escuchar bien.
Respiró profundamente y soltó el aire por la boca lo más lento que el dolor le permitió. Y escuchó atentamente:
-Tenemos que irnos. Mientras más tiempo permanezcas aquí peor será la situación.  Se de alguien que puede curarte de una vez. Pero saldremos de aquí. ¡No hables! Solo escucha. No saldremos del hotel, ni de la ciudad, saldremos del planeta. No tienes que creerme, solo necesito que te aferres a mi con toda la fuerza que tengas. ¿de acuerdo?
Chris se mordió los labios para evitar gritar, Las lágrimas resbalaban por sus mejillas, y aún así, asintió a la petición de Ann quién, no lo pensó más, rodeó la cama, levanto la manta y tomó a Chris, una vez más, como si de un cachorrito se tratase. Salieron de la habitación al pasillo del hotel, y Ann al no ver a nadie cerca. Emitió su chasquido, y desaparecieron.

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