Capítulo uno.

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Cuando era niña, mi bisabuelo me contaba historias fantásticas, de criaturas increíbles que se paseaban antes por este mundo, me contó sobre duendes, hadas, gnomos, elfos, unicornios, y dragones, pero la verdad a mí me llamaron más la atención los Fénix.


Esas criaturas, por cómo me las describió mi bisabuelo, y por los dibujos que he visto, me fascinaron.


Aves gigantescas, de los colores más brillantes, de los elementos más importantes, con colas súper largas, con alas inmensas, que su canto era enternecedor y sanador, que sus lágrimas curaban cualquier tipo de herida, que podían volar todo el tiempo que quisieran, y que no solo volaban por el aire, si no entre dimensiones... ¿a quién no le gustaría tener una mascota así? Ah... ¿solo yo? Han de creer que estoy loca.


No importa, cada quien se ha viajado en su mente, pensando en criaturas fantásticas, he escuchado a personas platicar de tres dragones temibles y que escupen fuego, que salen en una serie... y que son comandados por una chica rubia...


He escuchado a dos amigos platicar de un grupo de Duendes que trabajan en un banco... ¡loquísimo!


Entonces, a mí me interesan más los Fénix.


Y hay una historia en especial, que cada vez que tenía oportunidad, le pedía a mi abuelo que volviera a contarmela. Y hoy, vengo a compartirla con ustedes. Espero que sea de su agrado ¡a mí me encantó! Comenzaré a relatar la historia, justo como mi bisabuelo lo hacía conmigo, así que, viaje ahora pregunté después.



Poder ElementalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora