Epílogo

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Charly se encontraba al aire libre, recargado en un gran árbol de arce. Vestía un elegante traje de color negro, camisa blanca y pajarita. Lucia su cabello un poco más largo y su sonrisa no podía ser más grande. Observaba la hora en su reloj de mano. Faltaba muy poco. Vio a algunos de sus amigos del trabajo y a varios de sus familiares acercarse a el, todos vestidos elegantemente, ya fuera con trajes al igual que el, o con vestidos de vivos colores. Llevaban en sus manos carteles con frases motivadoras, flores, y una que otra cámara. 
Toda la comitiva caminó hasta estar a escasos dos metros de el. Uno de Sus primos, que llevaba un teléfono en la mano le preguntó:
-¿Estás listo?
-¡Más que listo! – respondió animado.
-¡Esta listo! – Gritó el chico al teléfono -¡Ya puede salir!.
De la gran casa que estaba tras el, se abrió la puerta principal y salió otro grupo, esté formado por puras chicas sexys vestidas de color dorado, todas llevaban el cabello peinado en complicados rizos y un ramillete blanco en la mano derecha. De entre las diez chicas destacaba July.
Al salir de la casa, formaron un semicírculo, que fue coronado por Diane, que vestía un lujoso pero sencillo vestido blanco. En sus manos llevaba un ramo de rosas blancas, y su cabello, suelto y semi ondulado, llevaba adornos de flores blancas y diamantes.
Diane dejó a sus damas atrás, y caminó hasta estar a poca distancia de Charly, que le daba la espalda.
Todos los invitados gritaban o soltaban silbidos de emoción, haciendo que la sonrisa de Charly se extendiera más. Y a un solo grito de:  <<¡Ahora!>> Por parte de todos los presentes, Charly se giró, para ver a su prometida, por primera vez, vestida de blanco.
Los gritos de emoción se hicieron más altos, Charly y Diane giraban en el centro del grupo, abrazados. Cuando el alboroto cedió un poco, los novios procedieron a consentir a los invitados con fotos y abrazos. No habían tenido una boda en alguna iglesia. Después de ser presentes a lo que había sucedido hacia ya siete años, no creían mucho en religiones.
Habían usado la casa de la familia Schneider, por petición de July, para hacer una boda civil y una recepción sencilla.
Después de las fotos, el Juez civil los esperaba, en una mesa que habían arreglado en el jardín, para firmar papeles y volverse por fin marido y mujer.
Todos los invitados ocuparon sus lugares, las damas doradas, precedidas por July, ocuparon el lado derecho detrás de Diane, y los caballeros azules, precedidos por Salazar, ocuparon el lado izquierdo detrás de Charly.
El Juez dio indicaciones, consejos matrimoniales, dio tiempo a que se pusieran las argollas y a que recitaran sus votos:
-Diane, eres la persona al lado de la cual quiero caminar toda mi vida, bajo el sol y bajo la lluvia, entre las sombras y la luz, Solo nosotros somos consientes de lo que ha pasado y de lo que nos a unido, prometo acompañarte a vivir miles de aventuras e intentar que seamos felices cada uno de los días… del resto de nuestras vidas.
Los invitados estaban extasiados, los hombres sonreían satisfechos, las mujeres se enjuagaban lágrimas lo más discretamente que podían. Incluyendo a Diane, que, limpiándose con cuidado para no arruinar el maquillaje, continúo con sus votos:
-Charles, eres la persona al lado de la cual quiero caminar toda mi vida, bajo el sol y bajo la lluvia, entre las sombras y la luz, de amigos pasamos a ser novios y ahora de novios a esposos. En ti he encontrado la magia que le hacía falta a mi simple vida. Y por eso me entrego a ti, porque sé que la magia se convertirá en guía de nuestro amor.
-Habiendo terminado con sus votos, entregados los anillos, y firmados los papeles, los declaro: Marido y mujer, pueden besarse.
Y a la orden del juez, Diane y Charlie sellaron su unión, y los invitados celebraron eufóricos, aplaudieron, silbaron y aventaron puños de arroz, mientras la nueva pareja atravesaba el jardín para subir a la limosina que los esperaba en la entrada. La fiesta no terminaba allí, continuaba con una elegante comida en un restaurante lujoso, y baile en un salón privado. Todo en compañía de la familia y los amigos.

Los novios llegaron al salón Faltando quince minutos para las nueve de la noche. La emoción por tener su primer baile como esposos se dejaba notar.
Charly salió primero y rodeo la limosina para ayudar a Diane.
Cuando estuvieron de pie en la acera, se abrazaron con ternura:
-Aún no puedo creer que sea tu esposa.
-Todavía sigo sin creer que hayas accedido a ser mi novia. Mucho menos mi esposa.
-Aún no puedo creer que nos perdimos la ceremonia.
Diane y Charlie voltearon asustados, a su derecha, se acercaba un joven alto, delgado, rubio, vestido en traje de gala negro, con camisa roja, sus ojos brillaban dorados. Era Christian. Luego se escuchó una voz diferente.
-Estaba emocionada por verlos y llegamos tarde. – Akulli apareció, envuelta en un vestido azul rey con mangas de campana hasta el suelo, sandalias doradas y su cabello negro y largo.
-¿Qué? ¿Llegamos tarde? ¿Qué pasó Errësirë? Según tú estabas bien informado de como los humanos median el tiempo. – Toka lucía un vestido dorado y largo, con zapatillas del mismo color, y su cabello rizado y chocolate, más esponjado que nunca. De la mano llevaba a Gjeth, ataviado con un traje azul cielo, su cabello bien peinado y sus mejillas rojas.
-Escuché que la ceremonia sería a las nueve. Y según yo, faltan unos minutos para las nueve ¿verdad mi alma? – Errësirë vestía su incambiable traje victoriano de color negro.
-Exactamente, Mi vida. Espero que al menos seamos del agrado de los humanos. – Dritha llevaba un vestido plateado, que se ceñía a su delgada figura, su cabello luminoso y blanco trenzado y una perla colgaba de su frente con una cadenilla casi invisible.
Diane y Charly, abrazados aún, vieron estupefactos como aparecieron uno a uno, Los Zoti, tan perfectos, tan deslumbrantes, y aún así, peleando como niños pequeños. Luego se dieron cuenta donde estaban y frente a quien.
Chris y Akulli abrazaban a la nueva pareja y la felicitaban, Diane lloraba de felicidad, Charly no encontraba que decir.
-Hey nuevo hermano, ¿No nos vas a presentar?
-Claro que sí. Diane, Charles, Ellos son mis nuevos hermanos, Toka, Gjeth, Dritha y a Errësirë ya lo conocían.
-Fugazmente, pero si lo recuerdo, de hecho, está vestido igual, Un gusto Caballero Errësirë, si eres amigo de Chris entonces también eres mi amigo. – Charly y Errësirë se estrecharon las manos.
-Y si ustedes son hermanas de Ann serán mis mejores amigas. – Diane, haciendo gala de su actitud amigable, las abrazó sin avisarles.
Era un momento feliz, que solo la hora podía terminar.
-Bueno prima, no quiero arruinar la sorpresa pero, los invitados esperan.
-¿se quedarán?
-Hasta que el baile termine.
-Tenemos que bailar en grupo, adentro está toda la familia, incluidos July y Salazar.
Al escuchar el nombre de Salazar, Akulli pregunto:
-Salazar… ¿esta bien?
-Si, estos siete años le han sentado muy bien.
-Vaya… se me olvida que aquí pasa el tiempo demasiado rápido. Nos fuimos hace un día…
-Aquí pasaron siete años amiga…
-¿Salazar y July siguen juntos? – Le preguntó Chris a Diane como si no tuviera importancia
-¿Qué te parece si entramos y lo ves con tus propios ojos?...

FIN

Poder ElementalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora