꧁「 5 」꧂

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—Buenas tardes señor Min —le recibió amablemente una señora mayor.

—Buenas tardes nana, ¿Sabes dónde está Jimin?

—Claro muchacho, está en tu habitación —respondió cordial —pero niño —interrumpió el camino de aquel alfa al recordar —el cachorro lleva ahí desde que lo enviaste directo de la escuela y no ha salido a comer nada.

—¿No ha comido? —parecía más una pregunta para sí mismo que para la señora —¿Y sabemos si desayunó? —esta vez se dirigió a ella.

—Pues le dejé unos hot-cakes hoy en la mañana y cuando recogí el plato estaba vacío, así que quiero pensar que sí, joven.

—Está bien nana —dando por terminado la "acusación" de lo de su niño, se despidió con una sonrisa leve y se encaminó de nuevo hacia su habitación.

Escalón tras escalón, un paso a la vez, pensando en que quizás estaba exagerando con la situación del cachorro, pero recobrando la postura molesta al recordar la bochornosa situación en donde los había metido.

Uno. Dos. Tres toquidos a la puerta que lo separaba de su precioso Omega, porque Min Yoongi sabía y reconocía que la privacidad era un punto importante.

—¿Omega? —volvió a llamar —¿Estás ahí, cariño? —pero nadie respondió.

Entonces, con un suspiro y las ganas de darse la vuelta para no interrumpir a su pequeño, giró la perilla hasta escuchar el click que dejaba abierto el trozo de madera.

—Jimin, voy a pasar —pero cuando sus ojos gatunos enfocaron el bulto en su cama supo por qué aquel pequeñín no abría la puerta.

Sonrió con ternura e ingresó a su habitación, aquella en la que ahora había no solo su aroma, sino también aquel dulzón de lechita con duraznos que tanto le embriagaba.
Caminó hacia la cama, justo ahí en donde yacía un bultito regordete y se sentó a un costado de la bola cubierta de edredón gris.

Literalmente podríamos hablar de una bolita porque su rostro estaba siendo cubierto por la pesada cobija grisácea y aquello no pudo pasar desapercibido por el mayor porque... ¿Cuánto tiempo llevaba ahí abajo Jimin? ¿Acaso si observaba podía ver el movimiento de respiración? ¡¿Jimin seguía respirando siquiera?!

—¡Jimin! —medio gritó Yoongi al pensar en la respuesta de la última pregunta que se había formulado mientras descubría de un tirón todo el cuerpito hecho cochinilla en su cama.

—Mhmm~ —un somnoliento Park abrió sus ojitos chinitos e hinchados por despertar recién —¿Yoongi-hyung? —y como no estaba seguro de quién era, aspiró el ambiente hasta que sus pulmones se llenaron del olor tan maravilloso de su chico —¡Yoongi-hyung! Que bueno que ya volvió a casa, alfa~ —la emoción que desbordaba Jimin combinado con su carita de recién levantado fue lo suficiente como para poder matar a Yoongi de un infarto de ternura.

—Hola cariño~ —susurró el alfa mientras pasaba su pálida mano por una mejilla sonrojada de su Omega —¿Cómo estás? —porque de ese enojo que llevaba al principio ya no quedaba nada.

—Muy bien alfa~ —contestó dormilado Park —¿Usted? ¿Qué pasó con...?

—No volverán a molestar a nadie bebé, ya me encargué de eso.

Y aquella respuesta pudo haber sonado muy tétrica en otro contexto, pero para Jimin aún así fue como casi decirle: “me encargué del lío que armaste”

—Lo siento mucho Hyung —susurró el pelirosa como cada que hacía cuando estaba arrepentido por algo, con sus preciosas orejitas caídas y su peludita cola enrollada en una de sus desnudas piernas —no era mi intención prov...

¡Hágame su omega Hyung!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora