Capítulo 26

212 18 2
                                    

NOTA IMPORTANTE: Capítulo sin revisar. Perdonen cualquier error de dedo, en el futuro lo corregiré. 

.

Con un gran esfuerzo, Dib se las arregló para no pronunciar ni una sola palabra en el camino hacia la base de Zim. Estaba abrumado por la confusión y una interrogante casi escapa de sus labios cuando a medio camino, el irken de repente tomó la bolsa con las donas restantes y con la otra tomó su mano, entrelazando sus dedos. Por un momento, le preocupó que el invasor pudiera estar otra vez bajo los efectos de esa extraña radiación, pero la expresión mortificada e irritada del alíen le decía que algo estaba pasando.

El humano mordió su labio una vez más, se tragó las palabras que llegaron a sus labios e intentó concentrarse en algo más. Sus ojos bajaron a las manos entrelazadas. Zim tenía tres dedos cuando su mente instintivamente esperaba cinco, por lo que se sentía un poco extraño, el adolescente rápidamente se dio cuenta que si enrollaba su dedo anular y el meñique alrededor de la palma del irken y su delgada muñeca, el agarre sería extrañamente adecuado y dejaría de sentirse raro. Recordó la incómoda conversación con la señorita Xander tan pronto se dio cuenta de lo elegante que se veían las garras del alíen cuando las estudió atentamente, pero se apresuró en alejar estos pensamientos una vez más, prefería ver como el invasor usaba su mano libre para tomar un bocadillo de la bolsa. Además, Zim parecía empeñado en terminar su comida antes de que llegaran a la base y no pudo evitar preguntarse si su enemigo solamente estaba intentando mantenerlo ocupado, como él mismo Dib hacía, o si había otra razón por la que no pudiera comprender sus acciones.

El irken, por su parte, evitaba ver al humano, incluso cuando tomaba su mano. Sentir el calor emanando del cuerpo de Dib lo volvía loco, debatiéndose entre el impulso de tocar sus antenas o tocar a su rival. Sintió la pregunta en la mirada de su rival, pero se rehusó a verlo directamente. Para su suerte, la larva humana permaneció en silencio, lo cual era bueno porque no confiaba en que pudiera hablar con claridad en ese momento. No quería revelar por accidente lo bien que se sentían los dedos del humano se entralazaron con los suyos, o como su tacto calmaba el cosquilleo en su piel. No agregaría más humillación a la que pronto iba a experimentar, no mientras pudiera evitarlo.

Así que se mantuvo ocupado comiendo los bocadillos restantes, aún si sabía que consumir más de esas especias del mal sólo sería peor. Era mejor enfocarse en la criatura a su lado, o en lo que haría al llegar a su destino, o en la conversación que le espera, o tal vez en el hecho de que su piel estaba casi quemándose en ese momento. No sabía cuál era peor.

Para cuando el edificio apareció en su vista y cruzaron el pequeño portón que los llevaba al jardín interior, el humano y el alíen fueron invadidos por diferentes emociones. Dib se sintió mayormente aliviado porque al fin terminaría el silencio forzado, pero también estaba preocupado sobre cuál sería la conversación y las consecuencias que podría tener en el mundo y su relación con el invasor. Zim, por su lado, experimentó un destello de temor corriendo por su columna. El odioso momento había llegado y no había nada que hacer más que enfrentarlo, sin embargo, se obligó a ajetreadas las emociones, como le habían enseñado durante su entrenamiento, y soltó la mano del adolescente para luego pasarlo a entrar. Su gente podría haberlo rechazado, pero seguía siendo un irken; un soldado sin miedo y un conquistador sin piedad que no conocía la duda, era un ser superior, mayormente. E iba a actuar como tal.

—GIR, tráeme una soda—ordenó al robot que se acercó a saludar con un estruendoso chillido. Vio cómo su ayudante asintió antes de salir corriendo mientras soltaba risitas, entonces, Zim señaló el sofá—. Siéntate, Dib-cosa—ordenó, arrebatando la ahora vacía bolsa de manos de su némesis antes de lanzarla sin dirección alguna a la cocina, y luego se apresuró en quitarse su disfraz. Sus antenas temblaron un poco tan pronto quitó la peluca, sintiéndose felices de ser libres y demandando la atención que les habían negado.

Kalopsia Rota 『Traducción』-𝘌𝘯 𝘗𝘳𝘰𝘤𝘦𝘴𝘰 𝘥𝘦 𝘦𝘥𝘪𝘤𝘪𝘰́𝘯-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora