El chirrido metálico, esa era la señal que indicaba la presencia de la camilla en aquella sala. Asad abrió los ojos lo más discretamente posible, dejando que hebras de su cabello cayeran sobre su cara para ocultarlo. A través del plástico que delimitaba las improvisadas habitaciones pudo observar la distorsionada silueta que se desplazaba por el pasillo.
El chico intentó ajustar la vista a la escasa luz del lugar para comprender la figura que pasaba frente a él. Movimientos violentos y lo que parecían gruñidos amortiguados por algo que tapaba la boca de quien se encontraba en la camilla.
Los murmullos fueron acallados por una nueva serie de rechinidos que emanaban las ruedas de aquella camilla, alejándose poco a poco. Asad giró sobre su cama hasta fijar la vista en el techo, el murmullo de las respiraciones y ronquidos de las personas a su alrededor eran lo contrario a un arrullo. El chico observó cómo la luz que proyectaba la luna y se filtraba por las pequeñas ventilas al ras del techo se iba moviendo junto con las horas de la noche. Poco a poco, el tono azulado de la noche fue sustituido por el amarillo brillante del alba, mientras los pájaros cantores comenzaban su función diaria.
Aun con el plástico que separaba las improvisadas habitaciones, Asad escuchó el rechinido que provocó Emir al levantarse de la desgastada cama donde dormía.
—Se llevaron a alguien más —Asad salió de su cama y caminó hasta la falsa pared que lo separaba de su amigo. Poco a poco, el chico se acomodó sentándose en el suelo, apoyándose contra el endeble plástico.
—¿Sigues contándolos? —respondió Emir mientras se estiraba para espabilarse.
—Se han llevado a más de los que han traído.
—Puede que estén infectados, los están llevando a un lugar donde puedan tratarlos —Emir caminó hasta la entrada de su habitación y comenzó a golpear lentamente el plástico—. ¿Qué tiene que hacer alguien para conseguir el desayuno aquí?
—Llevamos casi dos semanas aquí, y no he visto ni una sola vez a Ollie— respondió Asad a la queja de su amigo.
—No quiero sonar por un idiota, pero Ollie no me importa —El silencio reinó entre los dos chicos. Asad intentaba buscar los ojos de su amigo a través del plástico mientras Emir dejó caer todo su peso sobre el catre que tenía por cama—. Estamos encerrados lejos de casa, lo único que me interesa es aguantar hasta que tú y yo estemos a salvo. La única persona por la que me preocupo en este lugar, además de mí, eres tú.
Asad sintió la necesidad de abrazar a su amigo, de sentir cualquier tipo de contacto humano. El chico rodeó su cuerpo con sus brazos en un intento de suprimir aquella necesidad mientras caminaba a la esquina más lejana de la entrada de aquel lugar.
El día siguió avanzando sin que las horas se inmutaran por la existencia de las personas encerradas en aquel lugar. El desayuno que habían entregado en una charola al empezar el día seguía ahí a la hora de la comida, esperando en el suelo mientras Asad intentaba ser indiferente a lo que pasaba a su alrededor.
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El Brote
AventuraUna enfermedad. Una ciudad. Una serie de historias que se entrelazarán inevitablemente cuando las personas intenten sobrevivir ante el brote de una infección que no sólo acaba con la humanidad, también tiene la capacidad de transformar a los contagi...