Esa noche me quedé en el hospital, sentada en las frías sillas de la sala de espera junto a Lucia. No me importaba la incomodidad, solo pensaba en que mamá estuviera bien, yo necesitaba que ella estuviera bien. No pegué un ojo en lo que restó de noche, mi mente iba a mil por hora con cualquier cosa.
Apenas Margaret se fue dejándome sola en el pasillo, con la advertencia de no entrar donde estaba mamá, llamé a Lucia para que me acompañara, a lo cual ella aceptó sin poner objeción alguna. No quería ser egoísta, sabía que ella estaba trabajando, pero no tenía a quién mas llamar.
¿Ahora entienden porque es una de las personas más importantes en mi vida?
Ni mi familia es así. La paterna se desentendió de nosotras cuando se enteraron que papá nos abandonó. Dejándonos solas en el momento que más necesitábamos un apoyo. La familia materna rechazaron a mamá desde joven, cuando ellos no quisieron aceptar que una de sus hijas no quiso seguir estudiando. Para ellos eso era lo primordial en ellas, y mi madre no aceptaba. La corrieron de casa, como si hubiese cometido el delito más grave. Mamá no quiso saber de ellos nunca más, ni de padres y sus dos hermanas.
Que compartamos lazos de sangre no nos hace familia.
Me repetía ella cada vez que le decía que los buscara, que eran su familia. No volvimos a tocar el tema porque muy en el fondo sabía que tenía razón, pero solo no quería sentirme sola en estos momentos, por eso insistía en buscarlos.
Lucia me acompañó toda la noche, esperábamos respuestas, pero solo obtuvimos nada. Solo necesitaba que me dijeran que todo estaba bien, que ella había despertado y me llamaba. Una parte de mí siente la necesidad de verle porque sabe que el tiempo se agota, quiero abrazarla por última vez, escuchar su voz, sus consejos, su risa...
Pasamos la noche en vela, hasta que se llegaron las cinco de la mañana donde Lucia le tocó irse por el trabajo. No me molesté, en lo absoluto, entendía que necesitaba irse. Yo por mi parte me vi tentada a escribir un correo a la empresa y notificar mi primera y tal vez ultima falta, pero Margaret se negó y me dijo que fuera a trabajar, que ella me estaba avisando cualquier cosa, así que con desanimo accedí, necesitaba trabajar.
Siento la mirada pesada, mis ojos se cierran solos, y no es para menos.
Me fijo en la hora: 10: 56 am.
Suspiro pesadamente al ver que aún falta mucho para salir almorzar. Mi estómago me exige más comida, ya que el desayuno de esta mañana no fue suficiente. A cada momento estoy checando el teléfono, esperando un mensaje, una llamada.
Veo las carpetas encima de mi nuevo escritorio y suspiro pesadamente al verlas ya acomodadas con fechas y nombres. Si hubiese sido en otra circunstancia hubiese apreciado mas de cerca cada imagen que contiene cada carpeta, detallar fallas para poder corregirme, pero no ando de ánimos.
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Una Navidad Para Recordar❄ 1°
Teen FictionEmily Roberts ha sufrido de burlas gracias a su peso y contextura desde que tiene uso de razón, pero no fue un impedimento para dejar su futuro de lado y trabajar para cuidar de su madre enferma, la única familia que le quedaba. Ella busca trabajo e...