Patricia.
Empiezo a buscar con desesperación a Sebastián por las habitaciones, en la biblioteca, en la terraza, entre la familia, en el patio, pero aún sin tener éxito.
Erik está a mi lado ayudándome a buscar al gran idiota de Sebastián, porque estoy más que segura que se fue a buscar a Emily, cuando le dije que Paolo se encargaría de ello.
-Idiota, idiota -empiezo a balbucear enojada, azotando la puerta de su habitación al verla también vacía.
-Calma, amor. ¿Por qué no lo dejas ser?
Le fulmino con la mirada al oír su pregunta .
-Cuando la conozcas lo entenderás -giro sobre mis talones para dirigirme hacia las escaleras y avisar a mi padre que Sebastián no está.
-Creo que estás exagerando -escucho decir tras de mí.
Me detengo abruptamente y le encaro.
-Lo viste como se desmoronó cuando Elizabeth se suicidó, viste a tu mejor amigo caer en un pozo sin fondo, y estaba sanando ¡Joder! Lo estaba logrando-le recuerdo -.Emily es el vivo recuerdo de Elizabeth, y eso no es sano para él.
Erik parece razonar ante mis palabras, por lo que asiente y se acerca a mí para rodearme con sus brazos. No puedo evitar sentirme mal por Sebastián, hace mucho no lo veía sonreír de esa manera como cuando ve a Emily, sus ojos tienen nuevamente ese brillo característico como cuando ella estaba a su lado.
Sebastián no está bien, y él lo sabe. En nuestras terapias solo menciona los recuerdos felices con Elizabeth, y compara a Emily con ella, y por más que le he intentado decir que no son la misma, él está en su mundo. Lo menos que quiero es que Emily salga lastimada en todo esto, porqué sé lo jodida que está como para empeorar la situación a los dos.
-Lo hago por su bien -susurro.
-Lo sé amor, lo sé -me aprieta más a su pecho.
-Tengo que avisar a papá que Sebastián no está.
Erik me suelta, no sin antes regalarme un beso en la frente y decirme que todo estará bien.
Ambos bajamos por las escaleras tomados de la mano, mientras vemos como la "pequeña reunión familiar" se extendió más que solo a la familia. La sala está abarrotada de amigos empresarios de mi padre; todo está perfectamente organizado, como lo es la comida y bebida. No pasó por alto algunos periodistas de los noticieros más importantes de la ciudad, y eso a mí padre le gusta, llamar siempre la atención.
La pequeña cena familiar se convirtió en una fiesta, y no es para menos, si la encargada de esto fue mi amada prima Samara, la cual está hablando animadamente con su grupo de amigas, hijas de algunos amigos de mi padre. Esa pelirroja nunca me cayó bien, eso de amar a alguien solo por el hecho de ser familia es una completa mierda.
-Pero mira que preciosa estás -dice con una sonrisa hipócrita la tía Edén -¿Y este joven es...
-Mi novio, y ya nos tenemos que ir -anuncio arrastrando a Erik lejos de esa arpía.
-Pero que grosera -le escucho decir.
-Igual de metiche -susurro para mí.
-Cálmate amor -me detiene, jalándome hasta estar pegada nuevamente a su pecho -Disfrutemos la noche, sin meternos en los problemas de los demás. Sebastián ya sabe lo que hace, no puedes estar por la vida de él como si fueras su niñera.
Suelto un suspiro y medito un momento lo que me dice Erik, y tengo que darle la razón en todo lo que me ha dicho. Desde que ocurrió todo solo he estado detrás de Sebastián, observando que no cometa una locura, olvidando me completamente de mí y mi futuro esposo.
-Tienes razón -digo resignada.
Una sonrisa se forma en sus labios, y acerca mi rostro hasta el suyo y unir nuestros labios en un corto beso.
Emily
Lo primero que veo al llegar al lugar es una fila de carros estacionados alrededor de la gran fuente que hay frente a la casa. La casa no es precisamente una casa pequeña, es esa parecida a la gran casa blanca, una majestuosidad para mis ojos.
Sebastián estaciona el auto frente a esta, y es ahí donde mi fijo algunos reporteros fuera de la casa siendo detenidos por los de seguridad. Dirijo la mirada hacia Sebastián el cual me mira esperando mi reacción.
Maldigo el momento en el cual me dejé convencer de venir aquí, pero la realidad era que después de ese momento entre nosotros no quería ir a casa, quería estar a su lado.
-Esto es todo menos discreto -digo sintiendo que en cualquier momento voy a desmayarme.
Sebastián toma mi mano entre las de él, y le da un casto beso.
-Mi familia es muy importante en el país, por lo que sabía que esto iba a ocurrir, pero sabía que si te decía te ibas a negar en acompañarme.
-Obviamente me iba a negar, esto no es para mí, Sebastián.
Llevo mis manos a mi rostro. Fijo la mirada hacía fuera y algunos reporteros están alistando sus cámaras esperando que Sebastián baje del auto.
-Me niego hacer esto. Por favor llévame a casa -suplico mirándole -.Yo sé que esto es importante para tu padre, pero puedes llevarme a casa y luego venir, no soportaría esto.
Sebastián asiente.
-Te entiendo, y tranquila -dice encendiendo el auto -.Todo para que estés cómoda.
Sin decir más arranca el auto.
-Perdón, pero es que no...
-Tranquila, Eli... Em-me interrumpe corrigiendo mi nombre.
No respondo, pero no puedo evitar sentirme confundida al escuchar que me llamaría de otra manera. Mis sentidos se ponen alerta y es que estoy en el auto con uno de los empresarios más codiciados del país, es lógico que debe tener alguna pareja o algunas esperándoles esta noche.
En lo que resta de camino a mi departamento, no hablamos, nos sumimos en un silencio cómodo, cada quien en sus pensamientos.
Mi mente es un caos en estos momentos, tanto así que me empezó a doler, así que cierro mis ojos para relajarme hasta llegar a mi departamento.
El camino se hizo corto, y en menos de lo que pensé ya estábamos frente al edificio.
Bajo la mirada mientras una sonrisa triste cruza mis labios al darme cuenta que una de las mejores noches de mi vida, después de tanto tiempo, ha llegado a su fin.
-Gracias por lo de esta noche -giro un poco mi cuerpo en el asiento para quedar de frente.
Él imita mi acción.
-Gracias a ti -lleva su mano a mi mejilla.
Sin pensarlo cierro los ojos ante ese tacto, queriendo disfrutar. Uno de sus dedos se dirige a mis labios, acariciándolo con delicadeza. Abro poco a poco mis ojos y me fijo que su rostro está a centímetros del mío. Nuestros labios casi rozando, casi unidos...
El sonido de un claxon nos sorprende, haciendo que nos alejáramos rápidamente, dejando de sentirnos. Abro los ojos como platos y niego rápidamente con la cabeza, recordando lo que estaba a punto de pasar.
Sin decir nada más salgo del coche, con la esperanza de que Sebastián saliera y me llamara, pero eso no pasó. Solo escuché el sonido del motor rugir y arrancar.
No me volteo para ver cómo se aleja, mantengo la frente en alto, así las lágrimas amenacen con salir. Ambos necesitamos reaccionar ante lo que está pasando.
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Una Navidad Para Recordar❄ 1°
Teen FictionEmily Roberts ha sufrido de burlas gracias a su peso y contextura desde que tiene uso de razón, pero no fue un impedimento para dejar su futuro de lado y trabajar para cuidar de su madre enferma, la única familia que le quedaba. Ella busca trabajo e...