En años anteriores esta fecha era menos tortuosa para mí; contaba con mi padre, antes de que se hubiese ido como un cobarde ante una situación difícil. Estaba mi madre, tal vez en una camilla, pero estaba conmigo, sus ultimas sonrisas fueron conmigo. Estuviera a su lado hablando de cosas triviales mientras comíamos algo sabroso pero sano para ella, riendo por cualquier cosa, o llorando por otras.
Mi vida no ha sido color de rosa, me tocó vivir cosas que nunca quise y no sólo hablo de los malos amores, esos ni siquiera se cuentan, hablo de que pensé que tenía un futuro seguro y comprometedor, donde culminaría mi carrera y ejercería mi profesión, pero el destino me tenía otros planes los cuales eran trabajar en restaurantes cómo mesera, ser humillada varias veces sólo por ser gorda.
Por eso cuando mamá recayó encontré un hobby, la fotografía. En momentos libres iba a cualquier lado de la ciudad, bien sea una pequeña plaza o un parque a tomar fotos para luego editarlas en mi viejo computador y pegarlas en mi cuarto o regalarlas a mamá, Lucía o Margaret.
Es un escape en momentos turbios, y me ayuda muchísimo cuando mi mente es un caos total, a disfrutar un poco mas de lo que la vida me puede ofrecer. Por eso hace una semana cuando vi la terraza solo pensé en las hermosas fotografías que podía sacarle, como podía lograr un buen ángulo de gran parte de la ciudad y colgarla en un hermoso cuadro para decoración de mi apartamento y darle algo de vida a esas paredes opacas.
El sonido de mi celular indicando una llamada, me hace salir de mis pensamientos. Estiro el brazo para poder tomarlo de la mesita de noche para ver el número de Lucía iluminar la pantalla.
-Hola -saludo desanimada.
Lucia no se pudo quedar más días conmigo por estar con su ahora pareja, y lo entiendo, una de las dos debe ser feliz, y si ella lo es yo lo soy. No puedo atarla a mi caos.
-Ay no, así no te quiero oír -me regaña -.Yo sé que no son buenos momentos para ti, así que por eso te llamo, porque seré quién siempre a pesar de todo te saque una pequeña sonrisa -termina de decir y sin duda alguna, sí, me saco una sonrisa.
-Vale, ¿Hoy si vendrás?
-Sabes que sí, en la noche soy toda tuya -ríe -.Por cierto, ¿Margaret aún sigue molesta?
Suelto un suspiro.
Desde el día que me escape, Margaret no nos ha querido dirigir la palabra a ninguna de las dos, y es entendible, le desobedecí, pero necesito que ella entienda que ya no soy una niña.
-Nada. Pero iré a verla -anuncio levantándome de la cama con pereza.
-Entonces te dejo para que te alistes -responde -Te amo.
-Y yo a ti -cuelgo la llamada y lanzo el teléfono a la cama.
Camino al armario y saco lo primero que encuentro para poder ir al baño y alistarme.
(...)
Tomo una respiración profunda antes de entrar al hospital y medir bien las palabras que usaré. Estar en este lugar nuevamente no es de mi agrado, pero aquí es donde encuentro a una de las personas importantes en mi vida.
Al ingresar veo que hoy está abarrotado de gente por los pasillos. Sostengo la pequeña caja entre mis manos para no perderla y empiezo a buscar a Margaret.
Camino por los pasillos del primer piso, pregunto por ella a varias enfermeras conocidas, pero solo me dan negaciones de que no la han visto.
Ingreso al elevador para seguir a la segunda planta para buscarla allí. Las puertas del elevador se abren y lo primero que veo es a Margaret, la cual al verme pone sus brazos sobre sus caderas, y una mirada de reproche.
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Una Navidad Para Recordar❄ 1°
Teen FictionEmily Roberts ha sufrido de burlas gracias a su peso y contextura desde que tiene uso de razón, pero no fue un impedimento para dejar su futuro de lado y trabajar para cuidar de su madre enferma, la única familia que le quedaba. Ella busca trabajo e...