Ella es mía. Ese fue el primer pensamiento que vino a mi mente cuando tomé a mi bebé en brazos a los diecisiete. No me importaba que mis padres ya hubieran prometido dársela a una familia adinerada. Que me estuvieran forzando a entregarla. Ella era mía. Me alejé del hospital, de esa familia, de la única vida que conocía. Planeé comenzar de nuevo con el poco dinero que tenía, determinada a hacer algo de mí misma a pesar de las probabilidades. Entonces llegó Harry Styles. Precioso y controlador, reclamó que intentaba ayudarme, y no le importaba que yo fuera solo otra historia de adolescente embarazada. Pero no confío en él. No confío en nadie. Y si Harry supiera los verdaderos secretos y mentiras que yo mantenía dentro, no se atrevería a intentar refugiarme.