Ella era una joven sobreviviente, testigo de la desolación desatada por el virus creado en el laboratorio GEN-SYS, donde su madre había trabajado incansablemente. Enfrentó el horror de ver a quienes amaba sucumbir ante la enfermedad, pero en medio de la oscuridad encontró un rayo de luz: alguien a quien amó con intensidad, alguien que se convirtió en su ancla en medio de la tormenta. Sus ojos reflejaban una mezcla de dolor por las pérdidas sufridas y gratitud por el amor encontrado en tiempos tan oscuros. Aunque marcada por la tragedia, su corazón seguía latiendo con esperanza y la determinación de vivir cada día con quien había elegido amar hasta el final.