Pinturas...

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Estaba en la habitación del amo, con su rostro rojo y la mirada gacha

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Estaba en la habitación del amo, con su rostro rojo y la mirada gacha. La pintura que había terminado la noche anterior se encontraba a unos pocos pasos lejos de él, había decidido plasmar esa posición vergonzosa pero de cierta manera bella. El amo se burló un poco de él, diciendo que le agrada esa vergüenza en el a pesar de haberlo visto desnudo de maneras incontables.

Agacho la cabeza sintiendo ahora las orejas calientes y su olor salió sin querer más dulce de lo usual, llegando a la nariz de ambos alfas, una mirada por sobre su hombro y notó esa cosita allí sentada, sumisa, sonrojada, sexi, caliente. Aparto los pensamos morbosos y pregunto por su desayuno y el del joven, pidió que los trajeran juntos y aún cuando el chico de pelo corto alegó por que le dejaran comer en la cocina el amo solo le ignoro y le ordeno se sentara.

 Aparto los pensamos morbosos y pregunto por su desayuno y el del joven, pidió que los trajeran juntos y aún cuando el chico de pelo corto alegó por que le dejaran comer en la cocina el amo solo le ignoro y le ordeno se sentara

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Ambas mesas estaban puestas y ambos individuos se preparaban para comer cuando el comentario del único alfa de la habitación resonó en la cabeza ajena. Tal vez si fue mala idea llevar esa pintura a esas horas del día, pudo bien haber esperado hasta el medio día o incluso en la noche a la espera de que algo más sucediera, expectante, cómo había estado siendo desde hace ya unos días muy a su pesar.

El comentario siguiente fue desconcertante sin duda, el amo ya sabía que no iría a ningún lado sin él o sin su permiso y aún así hizo aquella insinuación, dejando al omega intrigado, ¿Había algo que él sabía? No estaba seguro, acato la orden de tomar sus alimentos y alejó toda idea relacionada con lo sucedido recientemente.

Solo escucho como la boca ajena tosía para que sus ojos vieran en esa dirección buscando el malestar del joven. Por su lado la lengua le dolía, se la había mordido y algo duro había lastimado sus dientes. Vio como su acompañante escupía en su mano y le pudo ver, donde había granos de arroz y una piedra, algo en el interior de Seungho le susurró que habían intentado dañar al omega y eso le hizo enojar. Mando a llamar a las dos sirvientes que siempre acompañaban al joven y les arrojó el tazón lleno de arroz y piedras.

Consternadas comenzaron a susurrar entre ellas sobre si había más arroz o no, pidiéndole disculpas al amo y al pintor, sabiendo de antemano que a este último no le hacía mucha ilusión el trato que le tenían que dar cuando estaban frente del alfa. Pidiendo una vez más disculpas se decidieron a hacer más arroz pero el amo las despachó, deteniendo al niño cuando vio que este planeaba irse. Pregunto, este le respondió y solo pudo sentir una molestia. Hablaron sobre si el joven era o no un sirviente, cosa obvia pero que a Seungho le encantaba molestar al de pelo corto con ello y lo atrajo hacia él.

Mi amo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora