Almendra...

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Los constantes lloriqueos del omega le empezaban a sacar de sus casillas

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Los constantes lloriqueos del omega le empezaban a sacar de sus casillas. Así que solo le pidió que se callara, grande y muy complaciente fue su respuesta cuando escucho al joven abajo de él que fuera más profundo, más adentro. Que le llenara. Sus encías le comenzaron a picar y metió todo su miembro en la entrada del pequeño. Obteniendo como recompensa el olor de duraznos y sonidos que invitaban al pecado más emocionante de todos.

Besó su boca de forma violenta en un intento vago de calmar sus ganas de morder el cuello expuesto de Na-Kyum, sintió la lengua pequeña y cálida del joven entrando a su boca, creando entre ellas una danza que ya conocían, dejando que Seungho tomara el control, dejando que él omega se ahogara en su deseos. Fundiéndose en cuerpo y en el interior de ellos intentando fundirse en alma, sabiendo que no lo lograrían.

Cuando el pequeño se corrió, esa deliciosa entrada se cerró de manera exquisita para el, haciendo que se corriera dentro del joven, saliendo antes de que anudara en el. Sintió una presencia tras de él, justo atrás de la puerta, volteo a ver pero no había nada, se quedó pensando, ignorando por un solo momento al pequeño bajo de él, regresando su atención cuando sintió el olor del durazno aumentar. Ya mañana podría investigar, por ahora su atención iba exclusivamente al bello chico abajo de él.

Corriendo por el gran patio de la mansión Yoon, se encontraba otro noble yendo lejos de aquella vista

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Corriendo por el gran patio de la mansión Yoon, se encontraba otro noble yendo lejos de aquella vista. ¡Ese maldito era omega! Y no solo un simple omega, no. Era un omega puro, pues estos eran los únicos que podían tener un solo olor natural. Las lágrimas caían  por los ojos del omega de cabello largo, alejándose con rabia y tristeza de aquella residencia.

Al llegar al lugar donde se encontraban esos alfas y beta de clase alta hizo su rabieta. Arrojo los platos y vasos que contenían comida o bebida respectivamente. Aquel ser malvado que le había mentido sobre las conductas del alfa se reía de él y su inútil esperanza, cuando este mismo se cansó de escuchar las quejas y los lloriqueos de Jiwha le dio esa idea. Asesinar. De la sorpresa dejó de llorar, se preguntó si en realidad era necesario matarlo, la mera idea le causaba escalofríos.

Las venenosas palabras taladraron en su mente como una pequeña enredadera que terminaría consumiendo a esa hermosa flor de jazmín. Las palabras de aquel beta eran constantes, diciéndole lo que él ya sabía. Si no hacía nada aquel estupido omega  se quedaría con él había anhelado desde joven. Cuando terminó de llorar y comenzó a tomar, se retiraron dos de los alfas que están allí queriendo lavarse las manos, dejando al beta y al omega hablando sobre aquel asesino que solía danzar en la plaza de esa ciudad.

Mi amo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora