Mi amo...

Familia...

Varios dias habian pasado desde esa noche y el mayor de la familia Yoon precia mejorar en salud y en conocimiento. Ahora no era tan brusco, ni tan seco y, solo aveces, pedia las cosas con un por favor. El cambio no lo notaban mas que el sirviente Kim y la jefa de cocina, pero para ellos era suficiente.

El omega por su parte comía un poco mas. Había días en las que su cuerpo no salia de su cama y otros en los que pintaba paisajes que imaginaba, que recordaba o que podía ver desde la gran ventana que tenia la habitacion del alfa. La relación cada vez era mas suave, las caricias en su cabeza le hacían sentir seguro y los ligeros besos que el alfa aveces le daba e su frente le hacían sentir querido.

Por su puesto que no podía dejar de pensar en su cachorro pero cada dia, con menos dolor, cada día sin menos lagrimas y cada día con un ligero toque de esperanza de tener otro. Poco a poco, lentamente y con cuidado se iba recuperando y, sin darse cuenta, recuperaba a las personas a su alrededor. La mansión iba recuperando su emoción habitual y el señor Seungho iba cambiando.

Los primeros en notarlo fueron el señor Kim y la señora de la cocina. Era menos duro, su mirada era mas suave y su expresión se relajaba mas que antes, estudia de día y de noche trataba de dormir. Muchas veces yendo a ver dormir al omega, dar un beso en sus labios de manera dulce y retirarse silenciosamente. Esas noches hacían sentir feliz al omega, lo hacían sentir en sintonía con el alfa.

Lo que en un inicio debió haber sido un lazo, una mordida que unía dos almas ahora no era nada mas que una cicatriz que, gracias a los cuidados que habían puesto, era menos grotesca de lo que en un inicio hubiera tenido que ser. El doctor se sorprendió al ver las glándulas de hormona no se hubieran estropeado y felicito al omega que se sintió avergonzado y algo feliz, algo orgulloso.

Cuando salio de donde el doctor el alfa ya estaba allí, esperando por el, bajo los copos de nieve que caían del cielo azul y que cubrían al suelo con una manto blanco que se veía manchado por el lodo del suelo sucio. El alfa lo tomo del brazo con suavidad y lo guio a una pequeña taberna que estaba cerca de allí. En mas pequeño no hizo nada mas que comer y evito beber por recomendación del doctor. El alfa le alentaba a comer mientras fumaba y, por un segundo, se vieron como iguales, como solo dos personas que iban y tomaban una comida, por una pequeña fracción de segundo, a sus ojos no había nada que no fuera un persona, sin clase, sin casta, solo alguien por quienes sus almas deseaban estar.